lunes, 11 de mayo de 2009

Garcilaso

A lo largo de la historia se ha podido comprobar que existen numerosísimos casos de maridaje o hermanamiento entre una ciudad y un personaje –no necesariamente originario de la misma–. El tándem Greco-Toledo puede servir de ejemplo en el último presupuesto apuntado.
Y hablando precisamente de la ciudad imperial, tiene ésta a gala el haber sido también cuna de muchos nombres ilustres. Entre todos ellos el nombre de Garcilaso de la Vega brilla con especial realce.
El insigne poeta del Renacimiento vio la luz aquí, en "la más felice tierra de la España", según sus propias palabras. Se nos antoja que uno y otra son recíprocamente dignos y se glorifican mutuamente.

Por eso nos parece acertado lo que dice Marañón, en su libro Elogio y nostalgia de Toledo, al que nos referiremos varias veces a lo largo de esta ruta. Concretamente se trata del capítulo titulado "Garcilaso, natural de Toledo", y dice así: Cuando Tamayo de Vargas, en 1622, terminó su libro sobre el gran poeta, su paisano, escribió en la portada: "Garcilaso, natural de Toledo". Con ello quiso, sin duda, advertir a los lectores que el hombre ilustre cuya vida y cuya obra comentaba era gloria inmarchitable de la ciudad que los dos amaron tanto. Pero, sin darse cuenta quizá, quiso decir también que Garcilaso, en sus andanzas de hombre y en su creación de poeta, fue en gran parte como fue, por el hecho de haber nacido en la urbe del Tajo. Es decir, que mucha de su gloria se la debía a Toledo. (p. 92).
Si entendiéramos textualmente estas palabras, la figura de Garcilaso podría quedar palidecida con respecto a su ciudad. Pero creo que lo que quiso decir este gran amante de Toledo es que la relevancia política de ésta por entonces, su atmósfera cultural, eran tales, que facilitaron el desarrollo de los potenciales artísticos de un hombre como Garcilaso, enriquecidos luego, sin duda, por sus contactos y sus viajes (que le dieron dimensión universal a su poesía, sin dejar de ser ésta tan española y tan toledana).
En cualquier caso, parece indiscutible que el nombre de Garcilaso está prendido en la memoria de los toledanos, como si quisiéramos cumplir el deseo que expresamente dejó manifiesto en su Égloga II y cuyas palabras nos sirven para cerrar esta ruta. Es por ello que la "Asociación Amigos de Garcilaso" quiere homenajear al escritor, al caballero, al hombre, trazando una ruta literaria a través de algunos espacios de la geografía toledana con los que su persona o su obra guardan alguna relación.
Nos parece que es un buen momento para iniciar los homenajes puesto que se aproxima la conmemoración de la fecha "oficial" del quinto centenario del nacimiento (1501) de Garcilaso. Y digo oficial porque a veces se barajan otras fechas (1503); y recientemente, como luego diré, se ha apuntado el año 1499.

Toledo, 1501? - Niza, 1536) Poeta renacentista español. Perteneciente a una noble familia castellana, Garcilaso de la Vega participó ya desde muy joven en las intrigas políticas de Castilla. En 1510 ingresó en la corte del emperador Carlos I y tomó parte en numerosas batallas militares y políticas. Participó en la expedición a Rodas (1522) junto con Boscán y en 1523 fue nombrado caballero de Santiago.
En 1530 Garcilaso se desplazó con Carlos I a Bolonia, donde éste fue coronado. Permaneció allí un año, hasta que, debido a una cuestión personal mantenida en secreto, fue desterrado a la isla de Schut, en el Danubio, y después a Nápoles, donde residió a partir de entonces. Herido de muerte en combate, durante el asalto de la fortaleza de Muy, en Provenza, Garcilaso fue trasladado a Niza, donde murió.
Su escasa obra conservada, escrita entre 1526 y 1535, fue publicada póstumamente junto con la de Boscán, en Barcelona, bajo el título de Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega (1543), libro que inauguró el Renacimiento literario en las letras hispánicas. Sin embargo, es probable que antes hubiera escrito poesía de corte tradicional, y que fuese ya un poeta conocido.
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Cuando me paro a contemplar mi’stadoy a ver los pasos por dó me han traído,hallo, según por do anduve perdido,que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino’stó olvidado,a tanto mal no sé por dó he venido;sé que me acabo, y más he yo sentidover acabar comigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin artea quien sabrá perderme y acabarmesi quisiere, y aún sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,la suya, que no es tanto de mi parte,pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

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