lunes, 28 de septiembre de 2009

LOS BORBONES











Felipe V de Borbón, llamado el Animoso (Versalles, 19 de diciembre de 1683Madrid, 9 de julio de 1746) fue rey de España desde el 15 de noviembre de 1700 hasta su muerte, sucesor del último monarca Habsburgo de España, su tío-abuelo Carlos II, y primer monarca de la dinastía Borbón. Su reinado de 45 años y 21 días es el más dilatado de la monarquía hispánicPhilippe de Bourbon, duque de Anjou, nació en Versalles como segundo de los hijos de Luis, Gran Delfín de Francia (16611711) y de María Ana de Baviera, nieto por tanto del rey Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, nacida Infanta de España.
Al no tratarse del primogénito, sus posibilidades de heredar el trono de Francia parecían poco probables, al igual que el de la Monarquía Hispánica, puesto que su abuela paterna María Teresa (hija de Felipe IV —de su primer matrimonio, con Isabel de Borbón— y por tanto hermanastra del rey Carlos II de España —nacido del segundo matrimonio de aquél, con Mariana de Austria—) había renunciado a sus derechos al trono español para poder casarse con el rey de Francia (que, por otro lado, era también primo hermano suyo, tanto por parte de padre como de madre). De hecho, Luis XIV y los demás reyes europeos ya habían pactado que el heredero del trono de España sería José Fernando de Baviera, ante la previsible muerte sin herederos de Carlos II. Este primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698 adjudicaba a José Fernando los reinos peninsulares (exceptuando Guipúzcoa), Cerdeña, los Países Bajos españoles y los territorios americanos. Francia se quedaría con Guipúzcoa, Nápoles y Sicilia, y Austria con el Milanesado.
A la muerte de José Fernando de Baviera en 1699, se negocia un nuevo Tratado a espaldas de España y su rey, el Tratado de Partición de Londres de 1700. En él se reconocía como heredero al Archiduque Carlos, asignándole la península, los Países Bajos y las Indias; Nápoles, Sicilia y Toscana serían para el Delfín; Leopoldo, duque de Lorena, recibiría Milán a cambio de ceder Lorena y Bar al Delfín. Mientras que Francia, Holanda e Inglaterra estaban satisfechos con el acuerdo, el Emperador no lo estaba y reclamaba la totalidad de la herencia española, ya que pensaba que el propio Carlos II nombraría heredero universal al archiduque.
Sin embargo, antes de morir, Carlos II nombró como heredero a su sobrino-nieto Felipe, con la esperanza de que Luis XIV evitara la división de su imperio, al ser rey de España su propio nieto. Poco después, el 1 de noviembre de 1700 moría Carlos II, y Felipe de Borbón, duque de Anjou, aceptaba la Corona el 15 de noviembre.a.


















Cuando llegó al trono, España se encontraba en la Guerra de Sucesión Austriaca, que terminó al poco tiempo (Paz de Aquisgrán, 1748) sin ningún beneficio para España. Comenzó, pues, su reinado eliminando la influencia de la reina viuda Isabel de Farnesio y de su grupo de cortesanos italianos. Establecida la paz, el rey impulsó una política de neutralidad y paz en el exterior para posibilitar un conjunto de reformas internas. Los nuevos protagonistas de estas reformas fueron el Marqués de la Ensenada, francófilo; y José de Carvajal y Lancaster, partidario de la alianza con Gran Bretaña. La pugna entre ambos terminó en 1754, al morir Carvajal y caer Ensenada, pasando Ricardo Wall a ser el nuevo hombre fuerte de la monarquía.
El 30 de agosto de 1749, Fernando VI autorizó una persecución con el fin de arrestar y extinguir a los gitanos del reino,[1] conocida como la Gran Redada.
Mediante la ordenanza del 2 de julio de 1751 prohibió la masonería.[2]
[editar] Los proyectos de Ensenada
La labor más importante durante el reinado fue llevada a cabo por el Marqués de la Ensenada, secretario de Hacienda, Marina e Indias. Planteó la participación del Estado para la modernización del país. Para ello era necesario mantener una posición de fuerza en el exterior para que Francia y Gran Bretaña considerasen a España como aliada, sin que ello supusiese una renuncia de Gibraltar. También se le atribuye la planificación secreta de la Gran Redada, con el fin de arrestar a todos los gitanos del reino.
Entre sus proyectos reformistas encontramos:
El nuevo modelo de la Hacienda, planteado por Ensenada en 1749. Intentó la sustitución de impuestos tradicionales por un impuesto único, el catastro, que gravaba en proporción a la capacidad económica de cada contribuyente. Propuso también la reducción de la subvención económica por parte del Estado a las Cortes y al ejército. La oposición de la nobleza hizo que se abandonase el proyecto.

Busto de Fernando VI, por Olivieri (R.A.B.A.S.F., Madrid).
La creación del Giro Real en 1752, un banco para favorecer las transferencias de fondos públicos y privados fuera de España. Así, todas las operaciones de intercambio en el extranjero quedaron en manos de la Real Hacienda, lo que beneficiaba al Estado. Se le puede considerar el antecesor del Banco de San Carlos, que se instituyó durante el reinado de Carlos III.
El impulso del comercio americano, que pretendió acabar con el monopolio de las Indias y eliminar las injusticias del comercio colonial. Así se apoyaron a los navíos de registro frente al sistema de flotas. El nuevo sistema consistía en la sustitución de las flotas y galeones para que un barco español, previa autorización, pudiera comerciar libremente con América. Esto incrementó los ingresos y disminuyó el fraude. Aún así, este sistema provocó muchas protestas en los comerciantes del sector privado.
La modernización de la marina. Según Ensenada, una poderosa marina era fundamental para una potencia con un imperio en ultramar y aspiraciones a ser respetada por Francia y Gran Bretaña. Para ello incrementó el presupuesto y amplió la capacidad de los astilleros de Cádiz, Ferrol, Cartagena y la Habana, lo que supuso el punto de partida del poder naval español en el siglo XVIII.
Las relaciones con la Iglesia, que fueron muy tensas desde los inicios del reinado de Felipe V a causa del reconocimiento del archiduque Carlos como rey de España por el Papa. Se mantuvo una política regalista que perseguía tanto el objetivo fiscal como político y cuyo logro decisivo fue el Concordato de 1753. Por éste se obtuvo del papa Benedicto XIV el derecho de Patronato Universal, que supuso importantes beneficios económicos a la Corona y un gran control sobre el clero.
Florecimiento cultural con la creación en su reinado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1752.
[editar] La política exterior de Carvajal
Durante la Guerra de Sucesión Austriaca y la de los Siete Años, España reforzó su poderío militar.

Mausoleo de Fernando VI (Iglesia de S. Bárbara, Madrid)
El principal conflicto fue el enfrentamiento con Portugal por la colonia de Sacramento, desde la que se facilitaba el contrabando británico por el Río de la Plata. José de Carvajal consiguió en 1750 que Portugal renunciase a tal colonia y a su pretensión de libre navegación por el Río de la Plata. A cambio, España cedió a Portugal dos zonas en la frontera brasileña, una en la Amazonia otra en el sur, en la que se encontraban siete de las treinta reducciones guaraníes de los jesuitas. Los españoles tuvieron que expulsar a los misioneros jesuitas, lo que generó un enfrentamiento con los guaraníes que duró once años.
El conflicto de las reducciones provocó una crisis en la Corte española. Ensenada, favorable a los jesuitas, y el padre Rávago, confesor del Rey y miembro de la Compañía de Jesús, fueron destituidos, acusados de entorpecer los acuerdos con Portugal.
[editar] Últimos años
En agosto de 1758 falleció la reina en Aranjuez, lo que produjo un agravamiento en la salud del rey, hasta llegar a un alto grado de locura.[3] Se recluyó en el palacio de Villaviciosa hasta su muerte, ocurrida en 1759, justo al año de la muerte de su esposa. Sus restos mortales descansan junto con los de su mujer en la Iglesia de Santa Bárbara de Madrid (parte del antiguo Convento de las Salesas Reales), en un mausoleo diseñado por Francesco Sabatini y labrado en mármol y pórfido por Francisco Gutiérrez Arribas. Fue sucedido por su medio hermano, Carlos III, hijo de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio, al no tener descendencia propia.








Carlos III de Borbón llamado El Político (Madrid, 20 de enero de 1716 – Ibid., 14 de diciembre de 1788). Duque de Parma con el nombre de Carlos I (Carlo I) entre 1731 y 1735, Rey de Nápoles y Sicilia con el nombre de Carlos VII (Carlo VII) de 1734 a 1759 y de España (1759–88), perteneciente a la Casa de Borbón.
Era el tercer hijo varón de Felipe V, el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fue su medio hermano Fernando VI, quien sucedió a su padre en el trono español. Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731); pero más tarde, al conquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733–1735), pasó a ser rey de aquellos territorios con el nombre de Carlos VII. Contrajo matrimonio en 1737 con María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto II, duque de Sajonia y de Lituania y rey de Polonia.
Contenido[ocultar]
1 Rey de Nápoles y Sicilia
2 Rey de España
3 Política exterior
3.1 La Guerra de los Siete Años (1756–1763)
3.2 Guerra de independencia de los Estados Unidos (1776–1783)
3.3 Mediterráneo
4 Política interior
4.1 Despotismo Ilustrado
4.1.1 Promulgación de la Pragmática
4.1.2 Las reformas de Esquilache
4.1.3 La política religiosa
4.1.4 Reformas
4.2 La sociedad
5 La herencia: una Nación
6 Matrimonio e hijos
7 Bibliografía
8 Enlaces externos
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[editar] Rey de Nápoles y Sicilia
Durante su reinado en Nápoles y Sicilia (Carlos VII, Carlo VII en italiano, o simplemente Carlo di Borbone, que es como se le suele llamar allí), supo gobernar, reformar y modernizar el reino, unificándolo, conquistando el amor de los ciudadanos junto con su amada esposa María Amalia de Sajonia, continuó sus guerras contra Austria y participó junto con Francia y España en los llamados «Pactos de Familia».
Destaca el hecho de haber sido quien ordenó comenzar la excavación sistemática de las poblaciones sepultadas por la erupción del Vesubio del año 79: Pompeya, Herculano, Oplontis y las Villas Stabianas. No sólo eso, sino que en 1752, al ordenar construir una carretera hacia el sur (precursora de la actual Statale 18), salieron a la luz los restos de la ciudad de Paestum, que llevaban años cubiertos por la maleza (parte del anfiteatro yace precisamente bajo dicha carretera). Fue un hallazgo especialmente importante, porque allí se hallaban tres templos griegos en muy buen estado de conservación.
La muerte sin descendencia de Fernando VI de España, hizo recaer en Carlos la Corona de España, que pasó a ocupar en 1759, dejando con gran tristeza, tanto de los reyes como del pueblo, la corona del Reino de Nápoles y Sicilia a su tercer hijo, Fernando.
[editar] Rey de España





Carlos IV de Borbón (Portici, Nápoles, 11 de noviembre de 1748Roma, 20 de enero de 1819) fue Rey de España desde el 14 de diciembre de 1788 hasta el 19 de marzo de 1808. Hijo y sucesor de Carlos III y de María Amalia de Sajonia.
Contenido[ocultar]
1 Acceso al trono
2 Gobierno del conde de Floridablanca
3 Gobierno del conde de Aranda
4 Primer Gobierno de Manuel Godoy
5 Gobierno provisional
6 Segundo gobierno de Manuel Godoy
6.1 Crisis final
7 Final
8 Mecenazgo
9 Ancestros
10 Matrimonio e hijos
11 Filmografía
12 Bibliografía
13 Enlaces externos
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[editar] Acceso al trono
Sucedió a su padre, Carlos III, al morir éste el 14 de diciembre de 1788. Accedió al Trono con una amplia experiencia en los asuntos de Estado, pero se vió superado por la repercusión de los sucesos acaecidos en Francia en 1789 y por su falta de energía personal que hizo que el gobierno estuviese en manos de su esposa María Luisa de Parma y de su valido, Manuel Godoy, de quien se decía era amante de la Reina, aunque hoy en día esas afirmaciones han sido desmentidas por varios historiadores[cita requerida]. Estos acontecimientos frustraron las expectativas con las que inició su reinado. A la muerte de Carlos III, el empeoramiento de la economía y el desbarajuste de la administración revelan los límites del reformismo, al tanto que la Revolución Francesa pone encima de la mesa una alternativa al Antiguo Régimen.
[editar] Gobierno del conde de Floridablanca

Carlos IV, en su juventud, en un retrato de Mengs (Museo del Prado, Madrid).
Las primeras decisiones de Carlos IV mostraron unos propósitos reformistas. Designó primer ministro al conde de Floridablanca, un ilustrado que inició su gestión con medidas como la condonación del retraso de las contribuciones, limitación del precio del pan, restricción de la acumulación de bienes de manos muertas, supresión de vínculos y mayorazgos y el impulso del desarrollo económico. El propio Monarca tomó la iniciativa de derogar la Ley Sálica impuesta por su antecesor Felipe V, medida ratificada por las Cortes de 1789, que no se llegó a promulgar.
El estallido de la Revolución Francesa en 1789 cambió radicalmente la política española. Conforme llegan las noticias de Francia, el nerviosismo de la corona crece y acaba por cerrar las Cortes que, controladas por Floridablanca (mantenido en el poder por consejo de su padre), se habían reunido para reconocer al Príncipe de Asturias. El aislamiento parece ser la receta para evitar la propagación de las ideas revolucionarias a España. Floridablanca, ante la gravedad de los hechos dejó en suspenso los Pactos de Familia, estableció controles en la frontera para impedir la expansión revolucionaria y efectuó una fuerte presión diplomática en apoyo a Luis XVI. También puso fin a los proyectos reformistas del reinado anterior y los sustituyó por el conservadurismo y la represión (fundamentalmente a manos de la Inquisición, que detiene a Cabarrús, destierra a Jovellanos y despoja de sus cargos a Campomanes).
[editar] Gobierno del conde de Aranda



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