lunes, 18 de enero de 2010

la españade la restauracion

amadeo de saboya:


Amadeo Fernando María de Saboya (Turín, Piamonte-Cerdeña, 30 de mayo de 1845Turín, Italia, 18 de enero de 1890) fue rey de España con el nombre de Amadeo I y primer duque de Aosta.
Fue el segundo hijo de Víctor Manuel II, rey de Piamonte-Cerdeña y, desde 1861, rey de Italia, de la Casa de Saboya, y de María Adelaida de Austria (bisnieta de Carlos III de España)
Se casó en 1867 con María Victoria del Pozzo con quien tuvo tres hijos: Manuel Filiberto, segundo duque de Aosta, Víctor Manuel, conde de Turín, y Luis, duque de los Abruzos.

La revolución de 1868 en España y la fuga de Isabel II dio lugar a un gobierno provisional presidido por Serrano, y del que estaban también formando parte los otros generales sublevados. El nuevo gobierno convocó Cortes Constituyentes, que con una amplia mayoría monárquica, proclamaron la Constitución de 1869, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional. Una dificultad inherente al cambio de régimen fue encontrar un rey que aceptase el cargo, ya que España en esos tiempos era un país que había sido llevado al empobrecimiento y a un estado convulso, y se buscaba un candidato católico [cita requerida] y demócrata.
Finalmente encontraron a su monarca en la persona del duque de Aosta, Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, que lo reunía todo para el cargo: procedente de una antigua dinastía (enlazada con la española) progresista y católico.
Fue Amadeo el primer rey de España elegido en un Parlamento, lo que parecía, no sin razón histórica, crimen de lesa majestad para los monárquicos de siempre. El 16 de noviembre de 1870 votaron los diputados: 191 a favor de Amadeo de Saboya, 60 por la República federal, 27 por el duque de Montpensier, 8 por el achacoso general Espartero, 2 por la República unitaria, 2 por Alfonso de Borbón, 1 por una República indefinida y 1 por la duquesa de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II; hubo 19 papeletas en blanco. De este modo el presidente de las Cortes, Manuel Ruiz Zorrilla, declaró: «Queda elegido Rey de los españoles el señor duque de Aosta».
Contó con el sistemático rechazo de carlistas y republicanos, cada uno por razones inherentes a sus intereses; pero también de la aristocracia, por verlo como un extranjero advenedizo, de la Iglesia, por apoyar las desamortizaciones; y del pueblo, por su incapacidad para aprender el idioma español.
Inmediatamente, una comisión parlamentaria se dirigió a Florencia para dar parte al duque; el 4 de diciembre acepta oficialmente esta elección, embarcando poco después rumbo a España. Mientras Amadeo I viajaba a Madrid para tomar posesión de su cargo, el general Juan Prim, su principal valedor, murió asesinado en un atentado el 27 de diciembre de 1870 en la calle del Turco en Madrid.

Embarque del rey Amadeo en el puerto de La Spezia en 1870 obra de Luis Álvarez Catalá.
Amadeo desembarcó en Cartagena el 30 de diciembre, para llegar a Madrid el 2 de enero de 1871. Allí se dirigió a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha para rezar ante el cadáver de Prim. Tras este amargo trago se trasladó a las Cortes, donde realizó el preceptivo juramento: «Acepto la Constitución y juro guardar y hacer guardar las Leyes del Reino», terminando el acto con la solemne declaración por parte del presidente de las Cortes: «Las Cortes han presenciado y oído la aceptación y juramento que el Rey acaba de prestar a la Constitución de la Nación española y a las leyes. Queda proclamado Rey de España don Amadeo I».
La llegada de Amadeo al poder lo único que consiguió fue unir a toda la oposición, desde republicanos a carlistas. Como ejemplo de ello baste reproducir unas líneas del discurso ante las primeras Cortes de la nueva monarquía del líder republicano Emilio Castelar (20 de abril de 1870):
Visto el estado de la opinión, Vuestra Majestad debe irse, como seguramente se hubiera ido Leopoldo de Bélgica, no sea que tenga un fin parecido al de Maximiliano I de México...
[editar] Fin de su reinado
Amadeo tuvo serias dificultades debido a la inestabilidad política española. Hubo seis ministerios en dos años que duró su reinado, e intentaron asesinarle el 19 de julio de 1872. El pobre rey enloquecía ante las complicaciones de la política española. «Ah, per Bacco, Io non capisco niente. Siamo una gabbia de pazzi — no entiendo nada, esto es una jaula de locos», solía exclamar.
Completamente harto, más que abdicar, dimitió por propia iniciativa al mediodía del 11 de febrero de 1873, marchándose de Madrid sin esperar un minuto. La causa de esta dimisión fue una conjunción detonante de motivos, problemas y pretextos, y su decisión final fue la de no aguantar más él solo al frente de un país ingobernable. Decía en su discurso de renuncia:
Dos años largos ha que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fueran extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles; todos invocan el dulce nombre de la patria; todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible afirmar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar remedio para tamaños males. Los he buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla.
Ese mismo día se proclamó la Primera República Española.
De regreso a Italia, Amadeo asumió el título de Duque de Aosta. Tras la muerte de su primera esposa se casó de nuevo el 11 de septiembre de 1888, en Turín, con la princesa francesa María Letizia Bonaparte (París, 20 de noviembre de 1866Moncalieri, 25 de octubre de 1926), con quien tuvo un hijo: Humberto de Saboya-Aosta, I conde de Salemi, (Turín, 22 de junio de 1889Crespano del Grappa, 19 de octubre de 1918).
[editar] La figura de Amadeo
Según Eslava Galán, «Presencia tenía Amadeo, y embutido en su uniforme, con los bordados y las charreteras, parecía un figurín, pero aparte de la presencia era hombre de escasas luces y, lo peor de todo, peligrosamente gafe»; «Lo que no se puede objetar es que no estuviera por agradar. En un paseo en carroza por Madrid, el secretario y cicerone que lo acompañaba le indicó que pasaban cerca de la casa de Cervantes y él respondió sin inmutarse: 'Aunque no haya venido a verme, iré pronto a saludarlo'. Para que se vea la maldad de la gente, basándose en este dato, algunos detractores propalan que era hombre de pocas letras. Cabría replicar que casi todos los reyes de España lo han sido y ello no les ha impedido reinar, pero además, en el caso de Amadeo, es falso, puesto que era muy aficionado a las novelas pornográficas francesas».


nicolas salmeron:

Nicolás Salmerón Alonso (Alhama de Almería, Almería, 10 de abril de 1838Pau, Francia, 20 de septiembre de 1908). Político y filósofo español, fue Presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República Española durante mes y medio en 1873. Dimitió por negarse a firmar una pena de muerte. Fue catedrático de Historia Universal en la Universidad de Oviedo y de Metafísica en la Universidad de Madrid. Fue estudioso de las teorías de Krause, que inspiraron a la Institución Libre de Enseñanza.
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1 Biografía
2 Referencias
3 Bibliografía
4 Enlaces externos
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[editar] Biografía
Hijo del médico del pueblo, Francisco Salmerón López, y de Rosalía Alonso García, su padre era conocido por la convicción de sus ideas liberales (que lo llevarían a colaborar en el intento de pronunciamiento liberal de Almería, conocido como Los Coloraos). Bautizado como Nicolás María del Carmen, siempre se quejaría de su infancia falto del cariño materno, pues su madre murió muy joven y su crianza pasó a mano de sus rígidas hermanas. Su esposa, Catalina, intentará darle el cariño que no recibió en su infancia.Su hermano mayor, Francisco nacido en 1822,[1] también liberal, fue diputado por Almería en las Constituyentes de 1854 y ministro de Gracia y Justicia en unión con Joaquín Aguirre, y ministro de Ultramar.
Salmerón comenzó los estudios de bachillerato en Almería en 1846, donde obtuvo el título de bachiller en Bellas Artes. Con posterioridad cursó los estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la universidad de Granada, en la que trabó amistad de por vida con Francisco Giner de los Ríos y Julián Sanz del Río. En 1859 fue nombrado profesor auxiliar de filosofía del instituto San Isidro de Madrid, y en 1860, también como auxiliar, obtiene plaza en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. En 1864, tras obtener el doctorado, ganó la cátedra de Historia Universal en la Universidad de Oviedo, aunque jamás ocupó la plaza. Permaneció en la Central de Madrid hasta que, por fin, en 1866, obtuvo la cátedra de Metafísica en la misma.
Desde bien joven conoció el krausismo que le influyó decisivamente en su vida posterior, hasta que evolucionó hacia el positivismo. Afiliado al Partido Democrático, publicó diversos artículos políticos en los diarios La Discusión y La Democracia, siendo detenido durante el reinado de Isabel II el 13 de julio de 1867 por sus ideas políticas junto a Pi i Margall entre otros, permaneciendo cinco meses preso.
Con la Revolución de 1868 se traslada a Madrid, donde es repuesto en la cátedra de la que había sido separado a principios de año y participa en las juntas revolucionarias. En 1869 se presenta a diputado por la provincia de Almería pero es derrotado. En 1871 es elegido diputado a las Cortes Generales por la provincia de Badajoz. Partidario del republicanismo, fue defensor de un modelo unitario frente a la tesis federalistas y un activo luchador del Sexenio Democrático. Su conocida posición en defensa de la extensión de la democracia le llevaría a defender en 1871 la legalidad, dentro de la Constitución de 1869, de la Primera Internacional y el derecho de los obreros a asociarse libremente.
Con la llegada de la República, fue ministro de Gracia y Justicia del gabinete de Estanislao Figueras y el 13 de junio elegido Presidente de las Cortes Generales.
Tras la dimisión de Pi i Margall, las Cortes Constituyentes le nombraron Presidente del Poder Ejecutivo[2] con 193 votos contra 93[3] de Pi i Margall, cargo que ejerció entre el 18 de julio y el 7 de septiembre de 1873. La situación de todo el periodo era especialmente crítica, lo que le llevó a no poder controlar las sublevaciones cantonalistas que proliferaban por España. Sus problemas con el Ejército no fueron menores en esa corta Presidencia y su negativa a firmar distintas condenas a muerte le obligaron a dimitir. Dos días después de abandonar su puesto fue elegido Presidente del Congreso de los Diputados. Los enfrentamientos con su sucesor, Emilio Castelar, coadyuvaron involuntariamente al golpe de Estado del general Pavía que, con el de Arsenio Martínez-Campos el 29 de diciembre de 1874, daría lugar al fin de la primera experiencia republicana.

Estatua de Nicolás Salmerón en Almería
En 1874 regresa a su cátedra de Metafísica, pero con la Restauración borbónica se le privará de la plaza el 17 de julio de 1875 en un amplio proceso de depuración universitaria. Aunque trató de mantener un despacho de abogados en Madrid, la situación le obligó al exilio en París, donde junto a Manuel Ruiz Zorrilla fundará el Partido Republicano Progresista. No volvió a España hasta 1885, tras la amnistía de Práxedes Mateo Sagasta de 1881, y pudo recuperar su cátedra. Fue de nuevo diputado en 1886 y después ininterrumpidamente desde 1893 hasta 1907. En este tiempo mantiene una clara vocación política republicana y en palabras de Claudio Sánchez Albornoz se convertirá en "la sombra de la República que un día habrá de llegar". Su incesante actividad le lleva a fundar el periódico La Justicia, integrarse en el partido Unión Republicana (antes había sido elegido por el Partido Progresista) y modificar sus primeras convicciones unitarias por un apoyo al catalanismo moderado, ingresando en Solidaridad Catalana.
De salud precaria, aprovechaba sus vacaciones para recibir las aguas termales. Por ello, hizo construir en su pueblo natal una magnífica villa donde residir mientras tomaba los baños en el balneario de San Nicolás de Alhama, a cuya Comisión de Baños él mismo pertenecía. Nunca perdió su vínculo con Alhama, participando en sus tradiciones y velando por su futuro.
Falleció en Pau, Francia, el 20 de septiembre de 1908, mientras se encontraba de vacaciones. En 1915 se trasladaron sus restos al monumento funerario levantado en el cementerio civil de Madrid, a la derecha del mausoleo de Francisco Pi y Margall, su predecesor en la presidencia de la primera república española. En su epitafio aparece una glosa realizada por Georges Clemenceau (primer ministro francés de 1907 a 1912), y se recuerda que «dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte».


alfonso XII:
Alfonso XII de Borbón, el Pacificador (Madrid, 28 de noviembre de 1857El Pardo, 25 de noviembre de 1885), fue rey de España entre 1874 y 1885.
Nacido Alfonso Francisco Fernando Pío Juan de María de la Concepción Gregorio Pelayo de Borbón y Borbón, fue hijo de los reyes Isabel II y Francisco de Asís. Debido a la supuesta homosexualidad del rey consorte, diversas fuentes apuntan como plausible verdadero progenitor al capitán de ingenieros Enrique Puigmoltó.[1]
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1 Biografía
1.1 Primeros años
1.2 Acceso a la corona
2 Matrimonios e hijos
3 Alfonso XII en la ficción
4 Ancestros
5 Referencias
5.1 Notas
5.2 Bibliografía
6 Véase también
7 Enlaces externos
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[editar] Biografía
[editar] Primeros años
Nació en el Palacio Real de Madrid el 28 de noviembre de 1857. Debido a las serias dudas sobre su filiación, los miembros de la corte le apodaron «puigmoltejo», en referencia al citado Enrique Puigmoltó. Entre los preceptores del joven príncipe Alfonso se hallaban el general Álvarez Ossorio y el arzobispo de Burgos, este último elegido por la reina Isabel tras consultar con el papa Pío IX. En 1868, siendo aún un niño, su madre es destronada por la Revolución de 1868, «La Gloriosa», obligando a la familia real a partir hacia el exilio. La salida a Europa del joven príncipe supuso una experiencia inestimable al encontrarse con otros sistemas políticos como el francés, el austriaco o el británico. Fue el primer príncipe de España que se formó en centros educativos y militares extranjeros como un alumno más.
Su primer centro exterior fue el colegio Stanislas en París, ciudad en la que se instaló la familia real. El 29 de septiembre de 1869, la familia se traslada transitoriamente a Ginebra, donde además de recibir clases particulares, acude a la academia pública de la ciudad. Como continuación de su educación se elige la Real e Imperial Academia Teresiana de Viena. Por último acude a la Academia militar de Sandhurst en Inglaterra. En este país el futuro rey conoció de primera mano el constitucionalismo real inglés. De la correspondencia de Alfonso con la reina durante todas sus estancias en los distintos colegios y academias, se pone de manifiesto la relativa estrechez económica en que se movía la familia real en esos años.
El 25 de junio de 1870, su madre, la reina, abdica sus derechos dinásticos, en un documento firmado en París, en favor de su hijo Alfonso.
Mientras tanto, en España se sucedían distintas formas de gobierno: Gobierno Provisional (18681870), monarquía democrática de Amadeo I (18711873) y la I República (18731874). Ésta fue liquidada en el mes de enero por el golpe de Estado del general Pavía, y se abrió un segundo período de Gobiernos provisionales. Durante esta etapa histórica —el Sexenio Revolucionario—, la causa alfonsina estuvo representada en las Cortes por Antonio Cánovas del Castillo.

Estatua ecuestre de Alfonso XII en Madrid (Mariano Benlliure, 1909).
[editar] Acceso a la corona
Historia de España
Restauración borbónica en España
• Reinado de Alfonso XII
Reinado de Alfonso XIII
Guerra Hispano-Estadounidense
Regeneracionismo
Dictadura de Primo de Rivera
El 1 de diciembre de 1874, Alfonso hizo público el Manifiesto de Sandhurst, presentándose a los españoles como un príncipe católico, español, constitucionalista, liberal, y deseoso de servir a la nación.
El 29 de diciembre de 1874 se produjo la restauración de la monarquía al pronunciarse el general Martínez-Campos en Sagunto (Valencia) a favor del acceso al trono del príncipe Alfonso. En aquel momento, el Jefe del Estado era el general Serrano. El Jefe del Gobierno era Sagasta. En enero de 1875 llegó a España y fue proclamado rey ante las Cortes Españolas.
Su reinado consistió principalmente en consolidar la monarquía y la estabilidad institucional, reparando los daños que las luchas internas de los años del llamado Sexenio Revolucionario habían dejado tras de sí, ganándose el apodo de «el Pacificador». Se aprobó la nueva Constitución de 1876 y durante ese mismo año finalizó la guerra carlista, dirigida por el pretendiente Carlos VII (el propio monarca hizo acto de presencia y acudió al campo de batalla para presenciar su final). Los fueros Vascos y Navarros fueron reducidos y se logró que cesaran, de forma transitoria, las hostilidades en Cuba con la firma de la Paz de Zanjón.
Alfonso XII realizó, en 1883, una visita oficial a Bélgica, Austria, Alemania y Francia. En Alemania aceptó el nombramiento como coronel honorario de un regimiento de la guarnición de Alsacia, territorio conquistado por los alemanes y cuya soberanía reclamaba Francia. Este hecho dio lugar a un recibimiento hostil al monarca español por parte del pueblo de París durante su visita oficial a Francia.
Alemania trató de ocupar las Islas Carolinas, en aquel momento bajo dominio español, provocando un incidente entre los dos países que se saldó a favor de España con la firma de un acuerdo hispanoalemán en 1885. Ese mismo año se desató un brote de cólera en Aranjuez. El monarca, sin contar con la aprobación del gobierno, visitó a los enfermos, gesto que fue apreciado por la población. Poco tiempo después, el 25 de noviembre, Alfonso XII murió de tuberculosis en el Palacio de El Pardo, en Madrid.

canovas del castillo:

Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 8 de febrero de 1828Mondragón, Guipúzcoa, 8 de agosto de 1897), político e historiador español. Presidente del Consejo de Ministros de España durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX.
Fue una de las figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo XIX, al ser el mayor artífice del sistema político de la Restauración, convirtiéndose en el máximo dirigente del Partido Conservador. Es considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española y criticado por sus detractores por crear una falsa apariencia de democracia mediante el «turno de partidos», por suspender la libertad de cátedra en España o por su postura favorable al esclavismo.
Se denomina «canovismo» a la corriente política que tiene por fondo la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional al modelo británico. Ésta, sustentada en la monarquía, creía en el bipartidismo y la alternancia del poder.
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1 Biografía
2 La Constitución española de 1876
3 Política colonial
4 El Decreto Orovio
5 Su muerte
6 Referencias
7 Bibliografía
8 Véase también
9 Enlaces externos
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[editar] Biografía

Monumento a Cánovas frente al Senado en Madrid, obra de Joaquín Bilbao.
Antonio Cánovas del Castillo fue hijo de Antonio Cánovas García, maestro nacido en Orihuela, Alicante, y de Juana del Castillo y Estébanez, hija de Juan José del Castillo, y prima hermana de Serafín Estébanez Calderón, el escritor.
Compaginó los estudios con su afición por la historia y en 1854 publicó su obra Historia de la decadencia española. Al mismo tiempo iniciaba su carrera política y se unía a Leopoldo O'Donnell, artífice de la revolución del 54 proclamada con el «Manifiesto de Manzanares», escrito por el propio Cánovas. Miembro de la Unión Liberal, en 1854 fue elegido Diputado por Málaga para las Constituyentes y, a la caída de O'Donnell, Gobernador Civil de Cádiz. Fue ministro de Gobernación en 1864 y de Ultramar en 1865 durante el reinado de Isabel II antes de proclamarse la Primera República Española.
Tras la Revolución de 1868 y fin de la monarquía borbónica se encarga de preparar la vuelta del que sería Alfonso XII hijo de Isabel II. En 1874 tras el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos y la proclamación de Alfonso XII como rey, se encarga de idear el sistema de la Restauración, siendo el redactor del manifiesto de Sandhurst, en 1874. Propone un sistema bipartidista donde los fraudes electorales periódicos, apoyados en el caciquismo hacían posible la alternancia en el poder, como medio de disipar tensiones. Así accedió siete veces al cargo de Presidente del Consejo de Ministros de España con Alfonso XII.
[editar] La Constitución española de 1876
El autor de la Constitución de 1876 es Alonso Martínez siguiendo el ideario canovista, haciendo gala de un Liberalismo Doctrinario Reformado. Cánovas también asumió funciones de jefe del estado durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena.
La Constitución española de 1876 es un texto flexible con el objetivo de permitir gobernar de manera estable a los partidos que acepten el sistema, sin embargo su inspiración es claramente conservadora. En ella se recoge:
Sufragio censitario masculino, podía votar el 5% de la población española.
La declaración de derechos y deberes: es amplia y recoge las conquistas de la Constitución española de 1869, pero en la práctica estuvieron restringidos, especialmente los derechos de imprenta y expresión, así como los de asociación y reunión.
El principio de soberanía compartida: establece que la potestad de hacer leyes reside en «Las Cortes con el Rey».
La división de poderes: el poder legislativo reside en unas Cortes bicamerales. El Senado (compuesto por tres tipos de senadores: por derecho propio, por designación real y por elección). El Congreso es elegido por sufragio directo; será el partido que gobierne el que determine por la ley electoral si el sufragio debe ser censitario o universal.
El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros. El rey elige libremente al jefe de gobierno y no es responsable ante las cortes.
El poder judicial es independiente.
El centralismo se acentúa porque los ayuntamientos y las diputaciones son controlados por el gobierno y se suprimen los fueros vascos.
La cuestión religiosa se resuelve mediante el reconocimiento de la confesionalidad católica del país y la garantía del sostenimiento del culto y del clero y el reconocimiento de otras creencias pero sin manifestaciones públicas.
El marco de actuación quedaba establecido en la Constitución para conseguir la estabilidad política se hacía necesaria la alternancia pacífica en el poder. Ello se logró a través del turno de partidos.
El nuevo sistema, fundamentado en la Constitución de 1876, era en teoría una democracia parlamentaria. Defensor del bipartidismo favoreció la formación de un Partido liberal que aceptara la legitimidad del sistema político y pactó con el dirigente liberal Sagasta el turno político obligatorio, mediante el Pacto del Pardo en 1881. Decretó inicialmente el sufragio restringido en 1878, y hasta 1890 no se contempló el restablecimiento del sufragio universal masculino. Salvo dos breves periodos en los que ocuparon la presidencia Jovellar (1875) y Martínez Campos (1879), ocupó este cargo todo el tiempo que creyó necesario hasta que Sagasta estuviera preparado para acceder al poder en 1881.
Ideario político de Cánovas:
La política es el arte de aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible; nosotros venimos ante todo con la realidad; nosotros no hemos de hacer ni pretender todo lo que quisiéramos, sino todo lo que en este instante puede aplicarse sin peligro. (...) Hay mucha diferencia entre hablar de Constitución interna al lado de una Constitución expresa y escrita, en cuyo caso existe contradicción notoria, y hablar de Constitución interna en un país donde, por las circunstancias de los hechos, no queda en pie Constitución alguna escrita. Donde esto acontece no puede menos de decirse que no hay Constitución alguna vigente; y cómo, sin embargo de esto, es imposible que un país viva sin algunos principios, sin algunos fundamentos, sin algunos gérmenes que desenvuelvan su vida. (...) Llamad a esto como queráis; si no os gusta el nombre de Constitución interna, poned otro cualquiera; pero hay que reconocer de hecho que existe. [...] Invocando toda la historia de España, creí entonces, creo ahora, que, deshechas como estaban por movimientos de fuerza sucesivos todas nuestras Constituciones escritas, a la luz de la historia y a la luz de la realidad presente sólo quedaban intactos en España dos principios: el principio monárquico, el principio hereditario, profesado profundamente —a mi juicio— por la inmensa mayoría de los españoles, y, de otra parte, la institución secular de las Cortes.
Antonio Cánovas del Castillo
[editar] Política colonial
Cánovas era integrante de uno de los grupos de presión llamados «Ligas» que abogaban por la pervivencia del esclavismo en las colonias; pese a ello, y con la presión de los grupos abolicionistas, firmó la definitiva abolición de la esclavitud en España en 1880 (aunque de forma gradual en Cuba, instaurando un Patronato por parte de los antiguos dueños que se mantuvo hasta el 7 de octubre de 1886)
Tal medida violentó las más íntimas convicciones del líder del Partido Conservador y presidente del Consejo de Ministros, a juzgar por las convicciones expuestas en la entrevista concedida diez años más tarde -el 17 de noviembre de 1896- al periodista Gaston Routier del periódico francés Le Journal [1] :
Los negros en Cuba son libres; pueden contratar compromisos, trabajar o no trabajar, y creo que la esclavitud era para ellos mucho mejor que esta libertad que sólo han aprovechado para no hacer nada y formar masas de desocupados. Todos quienes conocen a los negros os dirán que en Madagascar, en el Congo, como en Cuba son perezosos, salvajes, inclinados a actuar mal, y que es preciso conducirlos con autoridad y firmeza para obtener algo de ellos. Estos salvajes no tienen otro dueño que sus propios instintos, sus apetitos primitivos. Los negros de Estados Unidos son mucho más civilizados que los nuestros: son los descendientes de razas implantadas en suelo americano desde hace varias generaciones, se han relativamente transformado, mientras que entre nosotros hay cantidad de negros venidos directamente de África y completamente salvajes. ¡Pues bien! vea incluso en los Estados Unidos como se trata a los negros: tienen unas libertades aparentes que se les permite utilizar dentro de ciertos límites. A partir del momento en que desean beneficiarse de todos sus pretendidos derechos de ciudadano, los blancos salen rápidamente a recordarles su condición y a colocarlos en su lugar.Creo saber que por otra parte, en Estados Unidos no hay un solo hombre de estado serio e influyente que desee realmente la independencia de Cuba, ya que se dan perfectamente cuenta que la isla de Cuba independiente se convertiría en una nueva República Dominicana, una segunda Liberia que se retrogradaría de la civilización a la anarquía. Si el ejército español abandonase Cuba, serían las ideas sensatas, fecundas, liberales, progresistas de Europa las que abandonarían este país que ha sido el más rico y el más próspero de la América española. Lo saben tan bien en Estados Unidos que los espíritus exaltados y «chovinos», que también los hay allí, cuando reclaman la independencia de Cuba, la reclaman con la condición de colocar inmediatamente esta gran isla bajo el protectorado de la República de Estados Unidos, que ejercería una policía rigurosa… Cuba no habría hecho más que cambiar de dueños. L’Espagne en 1897, Gaston Routier. Deuxieme patie, chapitre III. La politique de l'Espagne a Cuba. Une interview sensationalle de Don Antonio Canovas del Castillo, President du Conseil des Ministres
[editar] El Decreto Orovio
Para poner en marcha su modelo político —conocido popularmente como el canovismo o el sistema canovista— Cánovas se vio forzado a pactar con todo tipo de fuerzas. Particular importancia tiene, por sus consecuencias posteriores, su pacto con las fuerzas más integristas, que le llevará a nombrar a Manuel Orovio Echagüe Ministro de Fomento. Éste había estado al frente de este ministerio antes de la revolución de 1868 durante el último gobierno de Narváez. Tras la revolución el ministro suspendió la libertad de cátedra en España «si se atentaba contra los dogmas de fe» con el fin de afianzar el principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina. El decreto por el que se suspendía la libertad de cátedra se conoce como el «decreto Orovio». Su aplicación apartó a muchos intelectuales de la Universidad, originando la creación de la Institución Libre de Enseñanza en 1876.[2]
[editar] Su muerte

Mausoleo de Cánovas en Madrid (Agustín Querol, 1906).
Cánovas murió asesinado el 8 de agosto de 1897, en el balneario de santa Águeda, en el municipio de Mondragón, Guipúzcoa, por el anarquista italiano Michele Angiolillo, inscrito en el establecimiento como corresponsal del periódico italiano Il Popolo. Según declararía en el momento de su detención, el motivo fue la venganza por las muertes de los anarquistas detenidos en Barcelona a raíz del atentado contra la procesión del Corpus en junio de 1896.
Práxedes Mateo Sagasta, jefe del Partido Liberal y designado a la muerte de Alfonso XII, y tras la renuncia del propio Cánovas, Presidente del Gobierno en 1881, al glosar la figura de su rival político y amigo, pronunció la siguiente frase: «Después de la muerte de Don Antonio, todos los políticos podemos llamarnos de tú».
En 1975 el Ayuntamiento de Málaga erigió un monumento en homenaje a este político malagueño y en 2009 se instaló una placa en su honor en el salón de plenos de la Casa consistorial de Málaga.[3]

Práxedes Mateo Sagasta y Escolar (Torrecilla en Cameros, 21 de julio de 1825Madrid, 5 de enero de 1903) fue un ingeniero de caminos y político español, miembro del Partido Liberal, de matiz progresista, varias veces Presidente del Gobierno en el período comprendido entre 1870 y 1902 y famoso por sus dotes retóricas.
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1 Biografía
1.1 Comienzo de la actividad política
1.2 Periodo del Sexenio Democrático
1.3 Restauración borbónica de 1874
1.4 Vida masónica
1.5 Actividad como ingeniero
2 Bibliografía
3 Véase también
4 Enlaces externos
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[editar] Biografía
[editar] Comienzo de la actividad política
Durante sus estudios de ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en 1848, fue el único alumno de la Escuela que se negó a firmar un manifiesto en apoyo de la reina Isabel II.
Inició su vida política en Zamora, en 1854, donde había sido nombrado Jefe de Obras Públicas. Allí recibe el cargo de presidente de la Junta Revolucionaria de la ciudad, siendo elegido ese mismo año diputado de las Cortes constituyentes. En 1858 vuelve a ser elegido diputado permaneciendo hasta 1863.
A partir de 1865 colabora en actividades revolucionarias con el general Prim en 1866, participa en la Sublevación del Cuartel de San Gil, motín organizado con el objetivo de destronar a la reina Isabel II. Por su participación en la citada revuelta fue detenido, juzgado y condenado a muerte, pero logra huir y exiliarse en Francia.
[editar] Periodo del Sexenio Democrático
Artículo principal: Sexenio Democrático
Regresa a España tras la Revolución de 1868, que supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el inicio del periodo denominado Sexenio Democrático. En el gobierno provisional presidido por el general Serrano, es nombrado ministro de Gobernación.
Es miembro del Partido Constitucional, formado tras la muerte de Prim. En 1871, durante el reinado de Amadeo I de Saboya, es nombrado presidente del Consejo de Ministros.
Presidió el Consejo de Ministros por segunda vez desde septiembre de 1874 hasta el final de ese año, en los meses previos a la Restauración Borbónica, durante el gobierno del general Serrano. En todo este periodo, inmerso en numerosas crisis sociales y políticas, fue el jefe del Partido Constitucional, la escisión del progresismo amparada por él.

Sagasta como Presidente en 1898
[editar] Restauración borbónica de 1874
Artículo principal: Restauración borbónica en España
Tras la restauración de los Borbones en la corona de España, en la persona de Alfonso XII, Sagasta funda en 1880 el Partido Liberal, partido que junto al Partido Conservador de Cánovas del Castillo constituiría el sistema bipartidista con alternancia en el gobierno que caracterizaría a la Restauración española durante el tramo final del siglo XIX y la primera parte del siglo XX. Durante este periodo, Sagasta presidió el gobierno en cinco ocasiones.
El 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII, Sagasta, como líder del partido liberal, firmó con Cánovas del Castillo, jefe del partido Conservador, el denominado Pacto del Pardo, con el propósito de apoyar la regencia de María Cristina (embarazada del futuro rey Alfonso XIII) y garantizar así la continuidad de la monarquía ante la situación creada por la prematura muerte del monarca. En este pacto se sancionó el turno de gobierno entre ambas formaciones, y Cánovas se comprometió a ceder el poder a los liberales de Sagasta a cambio de que éstos acataran la Constitución de 1876. El 27 de noviembre, Sagasta formó un nuevo Gobierno, tal como se había acordado tres días antes. El turno instaurado en el Pacto del Pardo se prolongó hasta 1909. El pacto ya existía de forma implícita desde 1881, fecha en la que Sagasta asumió el poder por primera vez en el periodo de la Restauración.
Sagasta presidió el gobierno durante el conflicto hispano-estadounidense de 1898, denominado en España Guerra de Cuba, que supuso la pérdida de las colonias españolas de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Derrota por la que tuvo inevitablemente que asumir la responsabilidad, lo que no impidió que le fuera nuevamente confiado el gobierno de la monarquía en 19011902.
[editar] Vida masónica
Sagasta fue un destacado masón, llegando a alcanzar el grado de Gran Maestre del Gran Oriente de España.

Sagasta de pie en la esquina izquierda, con el Gobierno provisional de 1869
[editar] Actividad como ingeniero
Licenciado en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos por la Escuela de Ingenieros de Caminos en 1849, es destinado a la jefatura de Obras Públicas de Zamora, donde se le encomienda la construcción de la carretera de Zamora a Orense por las portillas de Padornelo y de la Canda. En 1852 se le encomendó el estudio del ferrocarril del Norte, entre Valladolid y Burgos, con 121 km de trazado.
Con 32 años, en 1857 se le nombra Profesor-Ingeniero de la recién creada Escuela de Ayudantes de Obras Públicas, impartiendo las clases de Topografía y Construcción durante nueve años. Fue nombrado Subdirector en 1858, compaginando la docencia con la actividad parlamentaría. Sin embargo, en 1866, a raíz de la sublevación del Cuartel de San Gil es cesado de su cargo de Profesor de la Escuela de Ayudantes y separado del Cuerpo de Ingenieros de Caminos. A su vuelta del exilio en 1868, tras la Revolución pasa a dedicarse plenamente a la actividad política.
sagasta.


pablo iglesias:Pablo Iglesias Posse (Ferrol, La Coruña, 18 de octubre de 1850 - Madrid, 9 de diciembre de 1925) fue un político español de tendencia marxista[1] y fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de la Unión General de Trabajadores (UGT).
Contenido[ocultar]
1 Su vida
2 Historia del busto
3 Referencias
4 Enlaces externos
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[editar] Su vida
Pablo Iglesias nació en una familia humilde. Fue bautizado con el nombre de Paulino, siendo su padre Pedro de la Iglesia Expósito, empleado del ayuntamiento de Ferrol y su madre Juana Posse.
Asistió a la escuela entre los seis y los nueve años, cuando su padre murió, a los 9 años emigró junto a su madre y su hermano menor Manuel (que más tarde moriría de tuberculosis) hacia Madrid. El viaje lo hicieron a pie su madre y él, mientras que su hermano pequeño fue enviado con antelación en una carreta. Al llegar a Madrid, donde esperaban acogerse a la ayuda de un familiar, se encontraron que éste había fallecido y estaban desamparados. Debido a la falta de fondos de su madre, fue ingresado en el hospicio de San Fernando, que abandonó a los 12 años. Durante esta etapa se forjó su carácter reivindicativo, ante las durísimas condiciones que padecían los niños ingresados en la institución. Toda su vida arrastraría en su salud las secuelas de aquellos años.
Acabados sus estudios primarios y de tipógrafo, entró a trabajar en una imprenta a la vez que asistía a clases nocturnas de francés pagadas por él mismo.
Llevó una vida de gran austeridad, identificado con la pobreza de la clase trabajadora de aquellos años. Durante un tiempo, llegó a vivir en la redacción de El Socialista, y con frecuencia este fue su único salario. Su única afición era la zarzuela, que al parecer cantaba con arte. No se casó, aunque sí tuvo una pareja femenina, cuyo hijo fue para él como un hijo propio.
Durante el Sexenio Revolucionario (1869-1875) la Internacional dio una serie de charlas en Madrid, a las cuales Pablo asistió, entrando a formar parte de la sección de tipógrafos en 1870. Tras esto, comenzó a sufrir persecuciones y despidos por parte de distintas imprentas hasta que en 1874 consiguió acceder a la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir. Desde este puesto comenzó a preparar desde la clandestinidad un nuevo partido político de corte obrero-socialista, que culminó el 2 de mayo de 1879 con la fundación del PSOE en la taberna Casa Labra, a la que asistieron 25 personas: 16 tipógrafos, 4 médicos, un doctor, dos joyeros, un marmolista y un zapatero.[2]
En 1885, tras abandonar la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir consiguió el máximo puesto en la Federación Tipográfica Española.
El 12 de mayo de 1886 sale a la luz el primer número de El Socialista, revista de corte obrero-sindicalista fundada por él mismo y que se continua editando en la actualidad.
En 1888 fundó la Unión General de Trabajadores, accediendo a su presidencia en 1889. Este mismo año acudió al Congreso fundacional de la Segunda Internacional como representante portavoz del PSOE.
En 1890 encabezó la primera manifestación del 1 de mayo en España, en que se exigía la jornada laboral de 8 horas y el cese del empleo de niños en actividades laborales. También en ese año celebró el II Congreso del PSOE, en que se decidió participar en las elecciones como partido republicano de corte obrero-socialista. De hecho en las elecciones de 1905 Pablo Iglesias, Largo Caballero y García Ormaechea salieron elegidos concejales por Madrid.
En 1908 fundó la Casa del Pueblo de Madrid.
En 1909 fue detenido 18 días en relación con los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, al firmar un manifiesto convocando a la huelga general.
En 1910 el PSOE consiguió su primer diputado de la historia en el Parlamento Español, cuyo sillón ocupó Iglesias y en sucesivas elecciones, en coalición con los republicanos, fue incrementándose el número de representantes.
En 1919 cesó parcialmente de sus obligaciones políticas a causa de una pulmonía y una salud cada vez más resentida.
En 1920 y 1921 el PSOE sufrió la escisión de dos grupos partidarios de adherirse a la Internacional Comunista (III Internacional) convocada por Lenin. Estos grupos (Partido Comunista Español y Partido Comunista Obrero Español, descontentos con la moderación del PSOE), acabaron fundando el Partido Comunista de España.
El 9 de diciembre de 1925 falleció en Madrid y su cadáver fue embalsamado y expuesto en la Capilla de la Casa del Pueblo de Madrid. 150.000 ciudadanos acudieron a su funeral.
[editar] Historia del busto
El 7 de febrero de 1979, Alfonso Guerra y otros socialistas desenterraron, en los jardines de Cecilio Rodríguez en el Retiro, un busto de Pablo Iglesias realizado por el escultor Emiliano Barral. El busto formaba parte del monumento que la ciudad de Madrid erigió a Pablo Iglesias y que en 1939 fue dinamitado por los franquistas. Dos militantes socialistas arriesgando su vida ocultaron durante la noche lo que quedaba del monumento en el suelo del Retiro. Hicieron un plano del lugar, que conservó la familia de Gabriel Pradal durante años. La familia Pradal confió en Alfonso Guerra para informarle de la aventura y para entregar, a través de Máximo Rodríguez, el plano de su exacta situación.





HISTORIA DEL PSOE

El Partido Socialista se fundó en 1879 El Partido Socialista se fundó clandestinamente en Madrid, el 2 de mayo de 1879, en torno a un núcleo de intelectuales y obreros, fundamentalmente tipógrafos, encabezados por Pablo Iglesias.El primer programa del nuevo partido político fue aprobado en una asamblea de 40 personas, el 20 de julio de ese mismo año.El PSOE fue así uno de los primeros partidos socialistas que se fundaron en Europa, como expresión de los afanes e intereses de las nuevas clases trabajadoras nacidas de la revolución industrial.Desde entonces, ha orientado su labor hacia el logro de los grandes ideales emancipatorios del socialismo, con los cambios lógicos de estrategia que los momentos históricos han impuesto en cada caso, y que libre y democráticamente han decidido el conjunto de los afiliadosEl desarrollo de la organización socialista (1879-1921) Desde su fundación en 1879, el Partido fue aumentando el número de sus militantes y asentando su base teórica. La necesidad de defender adecuadamente los derechos de los trabajadores impulsó la creación de una organización sindical socialista. Así nació la Unión General de Trabajadores (UGT), cuyo Congreso fundacional se celebró en Barcelona, en 1888.En las elecciones de 1910, Pablo Iglesias obtuvo un escaño y se convirtió en la primera voz del movimiento obrero español que se pudo oír en el Parlamento.Esta progresiva implantación del socialismo español fue permitiendo plantear una importante crítica social y una creciente contestación popular a las limitaciones políticas de la Restauración, cuyo sistema permitía que los derechos civiles fueran burlados y que se produjese el reparto de poder entre los partidos liberal y conservador y el turno en el desempeño de las tareas de Gobierno.La condición no beligerante de España durante la Primera Guerra Mundial, iniciada en 1914, hizo posible un cierto desarrollo económico que permitió amasar importantes fortunas a determinados sectores de la burguesía, mientras que los trabajadores sufrían las consecuencias de una tremenda subida de precios, que disminuía por días la capacidad adquisitiva de sus salarios. El malestar ante esta situación, junto a la creciente demanda de libertades más efectivas planteada por amplios sectores de la población, crearon un ambiente de movilización social a favor de un cambio político, a cuyo frente se pusieron el PSOE y la UGT, encabezando un movimiento huelguístico que conmocionó a la burguesía en agosto de 1917 y que fue duramente reprimido.Los acontecimientos de la Revolución Rusa de octubre de 1917 y la fundación de la III Internacional por Lenin introdujeron elementos de división en el movimiento obrero internacional. En España, el intento de "dirigismo" de la Internacional Leninista suscitó un vivo debate en el PSOE, que dio lugar a que los partidarios de Lenin en este Partido lo abandonaran para fundar el Partido Comunista de España (PCE).Crecimiento y protagonismo político (1921-1939) Tras los siete años de dictadura militar del general Primo de Rivera, la alternativa republicana, apoyada por el PSOE, triunfa en las elecciones del 14 de abril de 1931, dando lugar a la inmediata instauración de la II República, en un clima de entusiasmo popular.Los candidatos socialistas en coalición con los republicanos obtienen 115 escaños en el Parlamento. Juntos emprenden una decidida política de reformas impulsada por un Gobierno en el que están presentes tres ministros socialistas: Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.Esas reformas, especialmente la Reforma Agraria y la Legislación Laboral, son contestadas con una dura oposición por las fuerzas políticas de derechas.La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) obtendrá un importante apoyo en las elecciones de noviembre de 1933, dando lugar al desplazamiento de las fuerzas progresistas del poder.El endurecimiento de las posiciones conservadoras y el fuerte impacto popular causado por la represión de la revolución de Asturias, provocaron la unión de las fuerzas progresistas republicanas en un único bloque político: el Frente Popular, que ganó las elecciones de 1936, lo que permitió continuar la política de reformas iniciada en 1931. Sin embargo, estas expectativas se vieron truncadas por el golpe de estado militar que, alentado por la derecha española, sumió al país en una cruenta guerra civil que se prolongó desde 1936 a 1939.El apoyo del fascismo internacional a Franco, la inhibición de los países democráticos, la mayor disponibilidad de recursos económicos de los sublevados y otros factores, dieron lugar, tras largos y duros combates, a la derrota del Gobierno de la RepúblicaEl periodo del PSOE en la clandestinidad (1939-1977) El desenlace de la guerra civil abrió un periodo histórico difícil para la sociedad española, en general, y para los socialistas, en particular.A pesar de ello, siguieron combatiendo en la clandestinidad o desde el exilio. En 1953, Tomás Centeno, Secretario General de UGT y dirigente del PSOE, moría víctima de la represión en la Dirección General de Seguridad. Dos años después, había en el penal de Burgos más de 1.200 socialistas, llegando a coincidir en las cárceles franquistas un total de seis Comisiones Ejecutivas.Sin embargo, el PSOE durante el franquismo desarrolló una significativa acción opositora, participando en las huelgas de los años 50 y 60, enfrentándose a la dictadura en condiciones muy duras y sometido a una constante persecución policial.Ya en los años 70, el PSOE se convierte en una seria amenaza para el declinante régimen franquista, por sus relaciones con las fuerzas democráticas europeas y su imagen de partido socialista democrático dentro de España. En 1974 se celebra en Suresnes (Francia) el 26 Congreso del Partido, que elige a Felipe González Secretario General.Cuando en 1976 (aún en la clandestinidad), el Partido decide celebrar en Madrid su 27 Congreso, el PSOE está jugando ya un papel fundamental en la vida política española. La legalización del Partido Socialista se produce en febrero de 1977.La creación, junto con otros partidos democráticos, de una coordinadora común de oposición y negociación, obliga a abrir un proceso de reforma política que desemboca en las elecciones democráticas de 1977, en las que triunfa la UCD, mientras el PSOE se consolida como el primer partido de la oposiciónConsolidación y renovación (1977-1982) Tras las primeras elecciones, los partidos afrontan la tarea de elaborar una nueva Constitución. Esta nueva Carta Magna fue sometida a referéndum el 6 de diciembre de 1978, siendo aprobada por el 87’7 por ciento de los votos.En 1979, la UCD volvió a ganar las elecciones, pero en esta ocasión por un estrecho margen. El PSOE quedó en segundo lugar con más de cinco millones de votos y 120 diputados. El aumento progresivo de los apoyos al Partido Socialista hizo que en las elecciones municipales de ese mismo año el PSOE ganara en 1.100 municipios, y pasara a gobernar muchas de las principales ciudades de España.Especial relevancia tiene el 28 Congreso Federal del PSOE, celebrado en mayo de 1979. En él se produce un tenso debate sobre la estrategia y la orientación ideológica marxista, que lleva a Felipe González a no presentar su candidatura como Secretario General, formándose una comisión gestora con el mandato de preparar un Congreso Extraordinario que se celebraría poco después.En ese Congreso Extraordinario, el PSOE reafirma su carácter de partido democrático y federal, rechazando definirse como marxista y manifestándose abierto a todas las aportaciones que han contribuido a configurar el socialismo. El Congreso elige una nueva Comisión Ejecutiva encabezada por Felipe González.La crisis progresiva de la UCD y el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 agudizan en la opinión pública la necesidad urgente de un cambio político. Se convocan elecciones generales para el 28 de octubre de 1982, y el PSOE consigue más de diez millones de votos, obteniendo la mayoría absoluta tanto en el Congreso (202 diputados) como en el Senado (134 senadores, a los que más tarde se sumarían otros 23 designados por las Comunidades Autónomas).El día 1 de diciembre de 1982, Felipe González es investido en las Cortes presidente del primer Gobierno socialista en la historia de España

En el año 1888, a las 10’30 horas del 12 de agosto, veintiséis hombres tomaban asiento en el salón del Círculo Socialista ubicado en la calle Tallers, 29, de Barcelona, para iniciar el Primer Congreso Nacional Obrero: Antonio García Quejido, Pablo Iglesias, Juan Serna, Basilio Martín Rodríguez, Pablo Roca, Pedro Botifoll, Ramón Cuñé, Constantino Amigó, Antonio Cortés, Juan Roca, Baldomero Carbonell, Rafael Orrioles, José Anguera, Toribio Reoyo, Salvador Ferrer, Cristóbal Uño, Antonio Torroella, José Sarcos, Ramón Perramón, Jaime Mora, Juan Matas, J. Castells, José Pons, Juan Boixader, Juan Palomero y Antonio Moliner. Estos 26 delegados, que representaban a 44 sociedades de oficios (28 de ellas de Cataluña y 16 a las provincias castellanas) y a un total de 5.154 afiliados, de los que 1.391 correspondían a la Federación Tipográfica Española, habían llegado animados por un empeño común: constituir la primera Organización nacional de sociedades obreras para defender sus intereses de asalariados frente a la patronal.
El Congreso duró hasta el día 14 y en la segunda sesión un tipógrafo llamado Pablo Iglesias Posse proponía que la nueva Organización obrera llevara por nombre "Unión General de Trabajadores de España". La sugerencia fue aprobada por el Congreso, que antes de cerrar sus sesiones eligió como presidente de la organización a un compañero de Pablo Iglesias, el también tipógrafo Antonio García Quejido, secretario a su vez de la Federación Socialista Madrileña.
La recién nacida UGT se organiza a base de Sindicatos de Oficio a nivel local y por Federaciones a nivel nacional, queda aprobado un programa de fijación de salarios mínimos, y se acuerda la petición de la jornada de ocho horas. La cuota de afiliación queda fijada en cinco céntimos. Como órgano directivo entre Congresos actúa el Comité Nacional. Así cristalizaban los deseos de miles de trabajadores que, a raíz de la aparición de la I Internacional (1864), venían dirigiendo sus esfuerzos a crear Asociaciones obreras basadas en la solidaridad y estructuradas en agrupaciones de oficios.
En torno a una de esas Asociaciones (la Asociación del Arte de Imprimir, de Madrid), y a una de sus figuras más destacadas, Pablo Iglesias, se nuclea la tendencia marxista que sería decisoria para la fundación del PSOE y la creación de UGT, su Organización hermana en el campo laboral. De hecho, pocos días después de la celebración de este Primer Congreso Nacional Obrero se celebra el Congreso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que establecería como requisito para la militancia en el partido la pertenencia al sindicato recién creado.
Hasta finales de siglo, UGT experimenta un proceso de consolidación y va extendiendo su influencia a las diversas provincias españolas (particularmente por la cuenca minera asturiana y Vizcaya gracias a la labor de dirigentes como Varela y Vigil, Manuel Llaneza y Perezagua). En 1890 se celebra el II Congreso de UGT y por primera vez en España se celebra el 1º de Mayo (en Barcelona, Madrid y Bilbao). Con el cierre del siglo, UGT había pasado a tener más de 26.000 afiliados y para 1910, fecha de fundación de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), el número de afiliados al sindicato socialista alcanzaba los 43.000. Ese mismo año, Pablo Iglesias se convierte en el primer diputado obrero de España.
En 1892 se celebra el III Congreso de UGT; dos años más tarde, del 25 al 28 de agosto de 1894, el IV Congreso en Madrid, y en 1896 el V Congreso. En su VI Congreso (13-15 de septiembre de 1899), la sede central del sindicato en Barcelona se traslada a Madrid. Los últimos años del siglo XIX resultan difíciles para el movimiento obrero español debido a las suspensiones, detenciones y violentas represalias que provocan las numerosas huelgas y actos de protesta de los trabajadores contra las guerras coloniales en las que, por aquel entonces, se ve enzarzada España (Huelga General contra la guerra de Marruecos el 26 de julio de 1909).
Durante la primera década del siglo XX, UGT experimenta un período de desarrollo ideológico y organizativo. Es a partir de entonces cuando se perfila una nueva generación de dirigentes, tales como Saborit, Indalecio Prieto y Anguiano. En 1902 se celebró el VII Congreso y tres años más tarde, en 1905, el VIII Congreso. En el IX Congreso, el 28 de noviembre de 1908, se inaugura la Casa del Pueblo de Madrid (c/ Piamonte, 2). La Organización va creciendo hasta llegar en 1915 a los 110.000 afiliados. En el X Congreso de 1911 se sustituyen los Sindicatos de Oficios por Sindicatos de Industria, lo que permitirá la consolidación del movimiento reivindicativo y la creación de Sindicatos poderosos. Esta es también la década de la creación de cooperativas obreras y centros educativos y de esparcimiento, como las Casas del Pueblo. En 1914 se celebra el XI Congreso y en 1916 tiene lugar el XII Congreso que aprueba el primer plan de lucha contra el aumento del coste de la vida.
La activa participación de UGT en las numerosas huelgas que tienen lugar en la segunda década del siglo XX (y que desembocan en la huelga general del 13 de agosto de 1917, cuando es decretado el estado de guerra) hace aún frecuentes, sin embargo, las disoluciones de la organización y la encarcelación de sus dirigentes. El año 1917 es crucial para el desarrollo futuro del sindicalismo en nuestro país. Este es el año en que el Movimiento Obrero descubre su capacidad de influir en las decisiones políticas, se enfrenta abiertamente al Gobierno y es capaz de ofrecer una alternativa. Dos meses después, otros acontecimientos exteriores reforzarían ese descubrimiento: la Revolución de Octubre.
La huelga general del 13 de agosto de 1917 (precedida por la publicación de un manifiesto redactado por Besteiro en el que se pedía la formación de un Gobierno provisional y el final del sistema caciquil de elecciones) vino precedida por la huelga general convocada por el sector ferroviario de UGT el día 9 y que se inició al día siguiente extendiéndose a todo el país. Esa huelga general da lugar a choques entre el Ejército y los huelguistas y los miembros del Comité de Huelga son condenados a cadena perpetua en Consejo de Guerra celebrado el 29 de septiembre. Pero éstos, entre los que se encuentran Besteiro, Largo Caballero, Saborit y Anguiano, son puestos en libertad unos meses (mayo de 1918) después de anunciada la condena al ser elegidos diputados. El saldo total de la huelga general en toda España fue de 2.000 detenidos aproximadamente y cerca de un centenar de obreros muertos. Esta huelga general marcó un punto máximo de combatividad y tuvo un alcance histórico, ya que fue la primera de género político en España que, con carácter general, abarcó a todo el territorio nacional. Al año siguiente, UGT celebra su XIII Congreso en el que se aprueba un Programa Máximo.
Los ecos de la revolución rusa repercuten en los debates entre los afiliados a UGT, y también al PSOE. Algunos se muestran partidarios de adherirse a la III Internacional (creada por Lenin en 1921), pero son derrotadas sus tesis tanto en el Sindicato como en el Partido y ello provoca posteriormente una escisión que se salda con la fundación por parte de los perdedores del Partido Comunista Obrero Español (PCOE). Mientras tanto, por Decreto Ley de abril de 1919, los trabajadores habían conseguido una de sus viejas aspiraciones: la jornada laboral de ocho horas. En este mismo año, Largo Caballero y Besteiro participan en la fundación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En 1920 UGT celebra su XIV Congreso. Para aquel entonces, con datos de 1921, UGT superaba con creces los 200.000 afiliados y un año más tarde, en 1922, celebra su XV Congreso.
La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera en 1923, mediante un golpe de Estado, acrecienta las protestas obreras, tanto entre los ugetistas como entre los cenetistas. Estas protestas resultan en una disolución de los segundos (que eligen el enfrentamiento con el nuevo régimen) y un languidecimiento de los primeros. La muerte de Pablo Iglesias, el 9 de diciembre de 1925, deja la responsabilidad de UGT en manos de Indalecio Prieto, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, tres figuras claves del socialismo español en los años venideros tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, en 1930. El 16 de septiembre de 1928 UGT celebra su XVI Congreso en el que se establece que las Federaciones de Industria son la base organizativa del Sindicato. Por esas fechas, UGT contaba con casi 300.000 afiliados y se producía la decisiva incorporación de los campesinos a la lucha sindical.
En mayo de 1924 se produce la disolución del Instituto de Reformas Sociales y creación, en sustitución de éste, del Consejo Superior de Trabajo, en el que se integran como vocales obreros Largo Caballero, Núñez Tomás, Lucio Martínez Gil y Santiago Pérez Infante.
La caída de la dictadura y la instauración de la II República (14 de abril de 1931) abre en el Sindicato la vieja polémica sobre la conveniencia o no de participar con los partidos republicanos en coaliciones políticas. En ese sentido, Francisco Largo Caballero se pronuncia, en principio, a favor de la participación e Indalecio Prieto asiste, a título personal, en San Sebastián, a la firma de un pacto por el que se perfila la coalición republicano-socialista que resultaría vencedora en las grandes ciudades en las elecciones del 12 de abril de 1931. Largo Caballero, como Ministro de Trabajo, promulga leyes sobre la jornada de ocho horas, salario mínimo, jurados mixtos, asociaciones obreras, etc.
Julián Besteiro no es partidario de implicar a UGT en la política y se distancia de las posturas de sus correligionarios Prieto y Largo Caballero. Esta decisión cuesta a Besteiro el ser desplazado por Largo Caballero en la dirección del PSOE en el Congreso de 1932 (año en el que se celebra el XVII Congreso de UGT, último Congreso sindical en España hasta 1976, y se produce una huelga general contra el golpe de Sanjurjo) y también su salida de la Comisión Ejecutiva del Sindicato al año siguiente, al ganar las tesis de Largo Caballero en una reunión del Comité Nacional (27 de enero de 1934). Con él dejan la Ejecutiva Saborit y Trifón Gómez. Víctima de la impaciencia y la decepción por las limitaciones que impone la vía parlamentaria, Largo Caballero se pronuncia partidario de una toma de poder mediante la acción revolucionaria. No es ajena a esta toma de posición de Largo Caballero su experiencia en el Gobierno como Ministro de Trabajo. En esa época las sociedades obreras estaban acogidas a la Ley de Asociaciones Profesionales de Patronos y Obreros de 8 de abril de 1932, figurando la mayoría de ellas en un Censo de Asociaciones Obreras llamado “Censo Largo Caballero”. No sólo tenían carácter sindical, sino que eran “el sindicato”, la forma ordinaria de organización de los trabajadores a la que éstos se afiliaban, siendo aquéllas las que posteriormente se afiliaban a UGT. Y los sindicatos de entonces tenían y ejercían funciones de asistencia y socorro de los trabajadores, que llevaban a cabo a través de cooperativas de consumo, de trabajo, de vivienda, sociedades de socorros mutuos, fundaciones con fines asistenciales, etc., constituidas por los propios sindicatos.
En 1934 la situación empeora, con un Gobierno de derechas dispuesto a ir recortando las mejoras sociales conseguidas por los trabajadores en la anterior legislatura, y que se emplea a fondo contra cualquier protesta laboral. Entre el 5 y el 18 de octubre se convoca una huelga general que prende en casi todo el país, particularmente en Asturias, donde la Alianza Obrera (UGT y CNT) se hace con las riendas y se crea una situación revolucionaria que el Gobierno reprime causando numerosas víctimas y practicando un sinfín de detenciones. Largo Caballero es encarcelado y se clausuran las Casas del Pueblo.
La polarización de las fuerzas políticas y sociales facilita la creación del Frente Popular, coalición de los partidos de izquierda, que ganará las elecciones del 16 de febrero de 1936 y que preside Largo Caballero. Pocos meses después empezará la Guerra Civil al sublevarse el General Franco contra la República (lo que motiva un llamamiento de UGT a la huelga general contra el golpe militar), y con la Guerra Civil se inicia un período de extraordinario esfuerzo para el Movimiento sindical, que se ve obligado a renunciar a muchas de las actividades propias de sus Organizaciones en aras de la defensa de la legitimidad nacional. En el umbral del conflicto, UGT contaba en sus filas con cerca de un millón y medio de afiliados, que debían compaginar la doble tarea de combatir en todos los frentes y asegurar la continuidad de la producción industrial y agrícola en la retaguardia.
Los años de la guerra son años de crisis y desgaste dentro del Movimiento sindical, debido, en parte, a las distintas posturas políticas que coexisten en su seno. En septiembre de 1937 la Comisión Ejecutiva de UGT expulsa a nueve Federaciones Nacionales que están descontentas con su gestión (entre ellas, la Federación del "glorioso Sindicato Minero Asturiano", de la que era secretario general Ramón González Peña, Presidente del PSOE); antes de adoptar esta decisión, la Comisión Ejecutiva había suspendido en sus derechos a la Federación de las Artes Blancas de Madrid, una de las de más brillante historial revolucionario.
Anécdotas aparte, para estos sindicalistas, la Guerra Civil, tras la rebelión militar contra la República el 18 de julio de 1936, abre un paréntesis que les obliga a ejercer una lucha doble, en sus puestos de trabajo y en las barricadas, y se cierra con una derrota que obliga a miles de ellos a cruzar la frontera para terminar siendo internados en campos de concentración (como le sucedería al propio Largo Caballero). En 1938 un Pleno ampliado de UGT elige a una nueva Ejecutiva de integración, y en marzo de este año se aprueba un programa de unidad de acción entre UGT y CNT. En el año 1939 son incautados los bienes acumulados por los Sindicatos obreros y comienza la larga noche de la dictadura franquista. El nuevo régimen reprime a las Organizaciones populares y a sus integrantes. Comienzan los juicios sumarísimos contra los que permanecen en la Península. Besteiro es encarcelado y muere en la prisión de Carmona (Sevilla) el 27 de septiembre de 1940. Los que escapan a las iras franquistas intentan organizarse en núcleos de resistencia que dieron lugar al nacimiento de los “maquis", grupos guerrilleros que combatieron en las montañas a lo largo de la década de los cuarenta.
Durante este paréntesis, sin embargo, los ugetistas que quedan en el interior comienzan a actuar en misiones de información, seguridad y socorro; los que han conseguido escapar intentarían mantener un mínimo de Organización en Toulouse, sur de Francia, ciudad en la que en noviembre de 1944 se produce el I Congreso de UGT en el exilio. UGT se organiza a través de los Secretariados Profesionales y los Grupos Departamentales, trasladando la Organización que existía en España de Federaciones de Industria y de Uniones Territoriales. En 1945 se constituye la primera Comisión Ejecutiva de UGT en la clandestinidad.
En los años de la dictadura, UGT se dedica, desde su sede de Toulouse, a parar, con el apoyo de la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres), el reconocimiento internacional de los "sindicatos verticales" creados por el régimen franquista, a conseguir apoyo y solidaridad de los trabajadores de otras tierras para los esfuerzos de los españoles en sus acciones de protesta o conatos de huelga y a dar publicidad a estos hechos.
También será tarea importante la de propagar en el exterior la información sobre actos de represión del Gobierno franquista. En diciembre de 1959, con motivo de la visita a España del entonces presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, UGT edita en Toulouse una carta de los presos políticos españoles al mandatario norteamericano. En el periodo que abarca de 1944 hasta 1973, UGT celebra 12 Congresos en el exilio.
Mientras tanto, en el interior del país se suceden los intentos de mantener algún núcleo de acción, que terminan casi siempre en su disolución por la policía. Así ocurre en el año 1942. En 1944 se elige una Comisión Ejecutiva provisional, presidida por Gómez Egde, cuyos miembros son detenidos al año siguiente, con solicitud de penas de muerte y treinta años para los dirigentes regionales. Se elige en 1945, año en el que UGT participa en la creación de la Federación Sindical Mundial (FIM), una nueva Ejecutiva que preside Eduardo Villegas. El 23 de marzo de 1946 muere en París Largo Caballero. En ese mismo año se celebra el II Congreso de UGT en el exilio y en medio de una gran tensión se informa de la muerte de varios compañeros encargados de tareas de organización y enlace con el interior, así como de la captura y muerte de algunos delegados a este Congreso.
En Madrid son procesados y condenados los miembros de la segunda Ejecutiva, que preside Villegas. En el año 1947 UGT llama a la huelga en el País Vasco contra los bajos salarios y contra la dictadura franquista. El resultado de éstas y otras acciones es difícil de evaluar por falta de datos que contrasten la información proporcionada por los interesados, pero las cárceles se llenaban con cada acción, y ello es significativo. En 1949, se celebra el III Congreso de UGT en el exilio, año en el que se constituye la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres), a la que UGT pertenece y de la que es miembro fundador. En 1951, año del IV Congreso de UGT en el exilio, un comando franquista asalta y destruye las oficinas de UGT en Toulouse y en 1953 (año en que se celebra el V Congreso de UGT en el exilio) Tomás Centeno, presidente de la Sexta Comisión Clandestina de UGT, muere torturado en los sótanos de la Dirección General de Seguridad de Madrid. Entre 1945 y 1953 han sido detenidas y encarceladas cinco Comisiones Ejecutivas de UGT.
A mediados de los 50 (época en la que surgió otro movimiento sindical, Comisiones Obreras) y más concretamente entre 1956 (VI Congreso de UGT en el exilio) y 1958, son convocadas en España varias huelgas, que se saldan con nuevas oleadas de detenciones y torturas. Esta tónica continúa en la siguiente década y se extiende también hasta la misma fecha de la muerte de Franco. Pero, para entonces, ya está todo en marcha para el regreso. En 1959 se celebra el VII Congreso de UGT en el exilio y en 1961, en mayo, se crea formalmente la Alianza Sindical formada por UGT, CNT y STV. En 1962, año de gran convulsión social con multitud de huelgas, se celebra el VIII Congreso de UGT en el exilio. El IX Congreso tendrá lugar en 1965 y en 1968 el X Congreso también en el exilio cuya ejecutiva dimite y se elige otra al año siguiente. En 1971, en agosto, el XI Congreso elige a miembros del interior (clandestinos) y del exterior, entre los que se encuentra Nicolás Redondo. Situación que se reproduce en el XII Congreso, último Congreso en el exilio celebrado en 1973. En este año se constituye la Confederación Europea de Sindicatos (CES) de la que UGT es miembro fundador.
En los últimos años de la dictadura, como generalización de una amplia conciencia antifranquista, la lucha sindical de 1970 hizo emerger el movimiento obrero de sus reductos de Asturias, Vizcaya, Barcelona y Madrid, para extenderse por las nuevas áreas industriales. Al mismo tiempo, el sindicalismo internacional tomaba conciencia de la proximidad de una transición democrática en España y se movilizaba en apoyo de la UGT. La Organización Internacional del Trabajo -en la que participaba UGT desde 1974- se convirtió en una plataforma de denuncia de la falta de libertades sindicales en España. Los trabajadores europeos de multinacionales con filiales en nuestro país, actuando con una gran conciencia solidaria, realizaron acciones para presionar a las direcciones respectivas a favor de la democratización de España.
Paralelamente en el interior de España, la acción sindical impone nuevos instrumentos de lucha en las empresas, como las asambleas, los jurados y los comités representativos. Las organizaciones obreras se plantean la unidad de acción contra la represión, mediante fondos de solidaridad, comités internos de fábricas, frentes de lucha, coordinadoras locales y plataformas reivindicativas unitarias.
El nuevo análisis de la realidad perfiló la estrategia y táctica de UGT en los últimos años de la dictadura. Las tres líneas principales de actuación se dirigieron hacia la lucha por la democracia y la libertad sindical, la recuperación del papel de UGT en el movimiento obrero español, y la construcción del socialismo.
Asimismo, ante la propuesta del Gobierno de conservar las estructuras de la Organización Sindical franquista, la oposición de UGT jugó un papel esencial. Su iniciativa de celebrar ya en España el XXX Congreso supuso la primera señal de resistencia a la "reforma sindical", planteada por el ministro Rodolfo Martín Villa, por parte de unos sindicatos democráticos que exigían la libertad sindical plena.
Superada esta situación, la continuidad histórica de UGT quedó garantizada y, a partir de ese momento, entre finales de 1976 y durante 1977, el Sindicato experimentó un espectacular crecimiento en influencia y número de afiliados, al presentarse como un Sindicato con historia y apoyos suficientes.
En abril de 1976, entre los días 15 y 18, UGT celebra su XXX Congreso en Madrid, aún en la ilegalidad con el lema “A la unidad sindical por la libertad”. El acontecimiento se celebró en el mismo restaurante madrileño (Biarritz) del barrio de Cuatro Caminos en el que se celebrara en 1932 el último Congreso del Sindicato en España (el XVII). En su discurso a los asistentes, el entonces secretario general Nicolás Redondo propugnó la ruptura política y sindical con el Gobierno de aquel momento, el primero de la monarquía, presidido por Arias Navarro. Además, hizo un repaso de la trayectoria de UGT desde su fundación:
“Desde 1888, la UGT ha jugado un papel protagonista en todas las grandes luchas del proletariado español camino de su emancipación social; utilizando en cada caso el método que parecía más adecuado para la defensa de los intereses obreros, la Unión General ha encabezado indefectiblemente las acciones más trascendentales del movimiento obrero en nuestro país.
El nombre de UGT ha quedado ligado para siempre a jornadas como las de las huelgas revolucionarias de 1910 y 1917; a movilizaciones de masas como las que acarrearon la proclamación de la República en 1931 y el triunfo del Frente Popular en 1936, a insurrecciones populares como la de Octubre de 1934 en Asturias; a la defensa, con las armas en la mano, de la legalidad republicana entre 1936 y 1939, y a la infinidad de acciones de resistencia antifascistas realizadas sin interrupción durante los últimos 40 años y que van desde la lucha de guerrillas hasta los más recientes movimientos huelguísticos registrados por todo el país.
A este respecto, no podemos ni debemos olvidar que a lo largo de todo este recorrido, UGT se encontró siempre codo con codo con el Partido Socialista Obrero Español, que compartiendo con nosotros, principios, aspiraciones y praxis democrática, representó en todo momento el complemento a nivel político de nuestra acción sindical”.



Guerra Hispano-Estadounidense se desató entre España y los Estados Unidos de América en 1898, durante la infancia del rey Alfonso XIII, cuando ejercía la regencia la reina María Cristina, viuda del rey Alfonso XII, siendo presidente del gobierno español Práxedes Mateo Sagasta y presidente de Estados Unidos, William McKinley.
Este conflicto es generalmente denominado en España el desastre del 98, o Guerra de Cuba y, en Cuba, Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Es incorrectamente llamado también Guerra Hispano-Americana por influencia de la manera en que se lo conoce en Estados Unidos, Spanish-American War.
Sus principales resultados fueron la "independencia" de Cuba y la pérdida, por parte de España, del resto de sus colonias en América y Asia (Puerto Rico, Filipinas y Guam) , cedidas a Estados Unidos, que se convertiría en potencia colonial.
Contenido[ocultar]
1 Causas de la guerra
2 Prolegómenos a la guerra
3 El hundimiento del Maine
4 Desarrollo del conflicto
5 Consecuencias
6 Notas
7 Fuentes
7.1 Enlaces externos
7.2 Bibliografía
8 Véase también
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Causas de la guerra [editar]
Tras la expansión y conquista de los Estados Unidos en los antiguos territorios de México durante la primera mitad del siglo XIX, las grandes potencias mundiales se disputaban a finales de ese siglo las colonias por razones de economía. Un país era más poderoso en tanto su influencia y moneda se hacían sentir en más territorios y colonias.
Por otro lado, las boyantes economías experimentaron en el último tercio del siglo una crisis de crecimiento al quedar inundados los mercados internos. Se imponía la necesidad de abrir nuevas rutas comerciales e incorporar nuevos territorios que absorbiesen la producción industrial y produjesen materias primas a las nuevas industrias.
Así, en la Conferencia de Berlín de 1884 las potencias europeas decidieron repartirse sus áreas de expansión en el continente africano, con el fin de no llegar a la guerra entre ellas. Otros acuerdos similares delimitaron zonas de influencia en Asia y especialmente en China, donde se llegó a diseñar un plan para desmembrar el país, que no pudo llevarse a cabo al desatarse la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, los acuerdos no acabaron por eliminar completamente las fricciones entre las potencias. A finales del siglo XIX, se sucedieron las disputas por determinados puertos y fronteras cuya delimitación no estaba clara, sobre todo en África. Ejemplos de esto son el incidente de Fachoda entre franceses y británicos, las disputas germano-portuguesas por el puerto mozambiqueño de Kionga, el ultimátum lanzado por los ingleses contra la expansión portuguesa en Zambia y la polémica desatada entre franceses, británicos, alemanes y españoles por el dominio de Marruecos.
Los Estados Unidos, que no participaron en el reparto de África ni de Asia, fijaron su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado sentir en Hawái y Japón. Tanto en una zona como en otra se encontraban valiosas colonias españolas (Cuba y Puerto Rico en el Caribe, Filipinas, las Carolinas y las Marianas en el Pacífico) que resultarían una presa fácil debido a la fuerte crisis política que sacudía su metrópoli desde el final del reinado de Isabel II. En el caso de Cuba, su fuerte valor económico, agrícola y estratégico ya había provocado numerosas ofertas de compra de la isla por parte de varios presidentes estadounidenses (John Quincy Adams, James Polk, James Buchanan y Ulysses Grant), que el gobierno español siempre rechazó. Cuba no sólo era una cuestión de prestigio para España, sino que se trataba de uno de sus territorios más ricos y el tráfico comercial de su capital, La Habana, era comparable al que registraba en la misma época Barcelona.
A esto se añade el nacimiento del sentimiento nacional en Cuba influido por las revoluciones francesa y estadounidense, el nacimiento de una burguesía local y las limitaciones políticas y comerciales impuestas por España que no permitía el libre intercambio de productos, fundamentalmente azúcar de caña, con los EEUU y otras potencias. La radicalización de estos sentimientos provocó que se desatara entre 1868 y 1878 la Guerra de los Diez Años bajo la dirección de Carlos Manuel de Céspedes hacendado del oriente de Cuba. La guerra culminó con la firma de la Paz de Zanjón, que no sería más que una tregua.
Si bien este pacto hacía algunas concesiones en materia de autonomía política y pese a que en 1880 se logró la abolición de la esclavitud en Cuba, la situación no contentaba completamente a los cubanos debido a su limitado alcance. Por ello los rebeldes volvieron a sublevarse en 1880 en la llamada Guerra Chiquita.
Por otra parte, José Martí, escritor, pensador y líder independentista cubano, fue desterrado a España en 1871 a causa de sus actividades políticas. Martí en un principio tiene una posición pacifista, pero con el pasar de los años su posición se radicaliza. Es por esto que convoca a los cubanos a la guerra necesaria por la independencia de Cuba. Con tal fin crea el Partido Revolucionario Cubano bajo el cual se organiza la Guerra del 95.
La escalada de recelos entre los gobiernos de EEUU y España fue en aumento, mientras en la prensa de ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio contra el adversario. En América se insistía una y otra vez en la valentía de los héroes cubanos, a los que se mostraba como unos libertadores luchando por liberarse del yugo de un gobierno y un país que era descrito como tiránico, corrupto, analfabeto y caótico. Por su parte, los españoles, que no tenían ninguna duda de la intención de EEUU por anexionarse la isla, dibujaban a unos hacendados avariciosos y arrogantes, sostenidos por una nación de ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a los que España debería dar una lección.
Cada vez parecía más inminente el desencadenamiento del conflicto entre dos potencias que otros países consideraban de segunda: una impetuosa, joven y todavía en desarrollo, que buscaba hacerse un hueco en la política mundial a través de su economía creciente, y otra vieja, que intentaba mantener la influencia que le quedaba de sus antiguos años de gloria. Los líderes estadounidenses vieron en la disminuida protección de las colonias, producto de la crisis económica y financiera española, la ocasión propicia de presentarse ante el mundo como la nueva América, la nueva potencia mundial, con una acción espectacular. De hecho esta guerra fue el punto de inflexión en el gran ascenso de la nación estadounidense como poder mundial, pero para su antagonista significó la acentuación de una crisis que no se resolvería hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando España finalmente logra recomponerse.
Prolegómenos a la guerra [editar]
El de Cuba no era el primer conflicto internacional desatado por el control de las colonias españolas. En 1885, el Imperio alemán intentó extender su dominio sobre el noreste de Papúa a las Islas Carolinas, donde se preveía establecer un protectorado debido a su valor estratégico. La intentona fue duramente combatida por España, que estaba presente en el archipiélago desde 1521 y había reclamado su soberanía por primera vez en 1667; no obstante, los alemanes (al igual que en otras ocasiones habían hecho los británicos) argüían que España las había abandonado al eliminar la presencia militar en 1787, si bien la actividad misionera y comercial se había reanudado posteriormente y mantenido durante todo el siglo XIX. La mediación del Papa León XIII terminó, al igual que en otras ocasiones, con el reconocimiento de la soberanía española, aunque se permitió a los alemanes establecer una estación naval y un depósito de carbón en una de las Carolinas.
En Cuba la situación militar española era complicada. Los mambises, dirigidos por Antonio Maceo y Máximo Gómez, controlaban el campo cubano quedando sólo bajo control colonial las zonas fortificadas y las principales poblaciones[cita requerida]. El Capitán General español Weyler, designado para la isla, decidió recurrir a la política de Reconcentración, consistente en concentrar a los campesinos en reservas vigiladas. Con esta política pretendía aislar a los rebeldes y dejarlos sin suministros. Estas reservas vigiladas provocaron que empeorara la situación económica del país, que cesó de producir alimentos y bienes agrícolas.[1] Se supone que alrededor de 200.000 cubanos murieron a causa de ellas .[2] Esta situación hizo que se radicalizara aún más el proceso independentista y la exacerbación del odio hacia el dominio colonial. En La Habana, se sucedían manifestaciones y enfrentamientos entre los sectores independentistas y españolistas. Por otra parte, muchos cubanos influyentes reclamaban insistentemente en Washington la intervención estadounidense. El gobierno de los Estados Unidos, viendo la posibilidad de que el ejército independentista en Cuba lograra derrocar finalmente al español, y con ello perder la posibilidad de controlar la isla, se decide a intervenir[cita requerida].
El hundimiento del Maine [editar]

El acorazado Maine entrando en la bahía de La Habana.
Con la excusa de asegurar los intereses de los residentes estadounidenses en la isla, el gobierno estadounidense envió a La Habana el acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. El 25 de enero de 1898, el Maine hacía su entrada en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York.
A pesar de lo inoportuno de la visita, la población habanera permanecía tranquila y expectante y parecía que el capitán general, don Ramón Blanco controlaba perfectamente la situación. Por otra parte a pesar de que el Maine tuvo un gélido recibimiento por parte de las autoridades españolas, Ramón Blanco y el capitán del navio, Charles Sigsbee simpatizaron desde el primer momento y se hicieron amigos.[3]
Sin embargo, a las 21:40 del 15 de febrero de 1898, una explosión ilumina el puerto de La Habana. El Maine había saltado por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254 hombres y 2 oficiales. El resto de la oficialidad disfrutaba, a esas horas, de un baile dado en su honor por las autoridades españolas.
Sin esperar el resultado de una investigación, la prensa sensacionalista de William Randolph Hearst publicaba al día siguiente el siguiente titular: «El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo».
A fin de determinar las causas del hundimiento se crearon dos comisiones de investigación, una española y otra estadounidense, puesto que estos últimos se negaron a una comisión conjunta.[4] Los estadounidenses sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa. La conclusión española fue que la explosión era debida a causas internas. Los españoles argumentaron que no podía ser una mina como pretendían los estadounidenses, pues no se vio ninguna columna de agua y, además, si la causa de la explosión hubiera sido una mina, no tendrían que haber estallado los pañoles de munición. En el mismo sentido, hicieron notar que tampoco había peces muertos en el puerto, lo que sería normal en una explosión externa.
Tradicionalmente fue una opinión muy extendida entre los historiadores españoles el creer que la explosión fue provocada por los propios estadounidenses para utilizarla como disculpa para su entrada en la guerra.[cita requerida] Algunos estudios actuales apuntan a una explosión accidental de la santabárbara, motivada por el calentamiento de los mamparos que la separaban de la carbonera contigua, que en esos momentos estaba ardiendo.
Otros estudios recientes han señalado que, dados los desperfectos causados por la explosión, si la explosión hubiera estado provocada por algún artefacto externo, ésta habría hecho al barco saltar (literalmente) del agua. Algunos de los documentos desclasificados por el gobierno de EE.UU. sobre la Operación Mangosta (proyecto para la invasión de Cuba posterior al fracaso de Bahía de Cochinos) avalan la polémica hipótesis de que la explosión fue causada en realidad por el propio gobierno de EE.UU. con el objeto de tener un pretexto para declarar la guerra a España.[cita requerida]
España negó desde el principio que tuviera algo que ver con la explosión del Maine, pero la campaña mediática realizada desde los periódicos de William Randolph Hearst, hoy día el Grupo Hearst, uno de los principales imperios mediáticos del mundo, convencieron a la mayoría de los estadounidenses de la culpabilidad de España.
EE.UU. acusó a España del hundimiento y declaró un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba, además de empezar a movilizar voluntarios antes de recibir respuesta [cita requerida]. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense. Comenzaba así la Guerra hispano-estadounidense.

Teatro de operaciones en el pacífico
Desarrollo del conflicto [editar]
Con anterioridad a los hechos del Maine, Estados Unidos había ordenado a su flota del Pacífico que se dirigiera a Hong Kong e hiciera allí ejercicios de tiro hasta que recibiera la orden de dirigirse a las Filipinas y a la Isla de Guam. Tres meses antes se había decretado bloqueo naval a la isla de Cuba sin que mediara declaración de guerra alguna, y cuando se declaró la guerra, esta se hizo con efectos retroactivos al comienzo del bloqueo.[5]
Las tropas de Estados Unidos rápidamente arribaron a Cuba y cuando estaban siendo derrotadas en la batalla terrestre [cita requerida], la Armada de los Estados Unidos destruyó dos flotas españolas, una en la Batalla de Cavite, en Filipinas, y otra en la batalla naval de Santiago de Cuba cuando la flota española intentaba sin casi esperanza escapar a mar abierto. El gobierno español pidió en julio negociar la paz.
Santiago de Cuba se rindió el 16 de julio. Algunas cifras estiman los fallecidos en la campaña, que culminó con la toma de Santiago, en alrededor de 600 por la parte española, 250 por la estadounidense y 100 por la cubana. A pesar de que la guerra fue ganada principalmente por el apoyo de los mambises, el general Shafter impidió la entrada victoriosa de los cubanos en Santiago de Cuba, bajo el pretexto de «posibles represalias». [cita requerida]
El 25 de julio, el General Nelson A. Miles, con 3.300 soldados, desembarcó en Guánica comenzando la ofensiva terrestre en Puerto Rico. Las tropas de EE.UU encontraron resistencia a comienzos de la invasión. La primera escaramuza entre los estadounidenses y las tropas españolas y puertorriqueñas se produjo en Guánica, y la primera resistencia armada se produjo en Yauco en lo que se conoce como el






La desamortización fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado en España a finales del siglo XVIII por Godoy (1798) y cerrado ya muy entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). En otros países sucedió un fenómeno de características más o menos similares.
Consistió en poner en el mercado, mediante una subasta pública, las tierras y bienes no productivos en poder de las llamadas «manos muertas», es decir la Iglesia Católica o las órdenes religiosas y territorios nobiliarios, que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos.
Su finalidad fue acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores propietarios. Además, el estado obtenía unos ingresos extraordinarios con los que se pretendían amortizar los títulos de deuda pública.
La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués durante la primera mitad del siglo XIX.
Contenido[ocultar]
1 Carlos III, Carlos IV
2 José I
3 Mendizábal
4 Espartero
5 Madoz
6 Consecuencias
6.1 Sociales
6.2 Económicas
6.3 Culturales
6.4 Políticas e ideológicas
6.5 Otras
7 Bibliografía
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Carlos III, Carlos IV [editar]
Fue realizada en los reinados de Carlos III y Carlos IV entre 1766 y 1808. Se incluye la desamortización de Godoy y el ministro Miguel Cayetano Soler entre 1798 y 1808. Fue iniciada en 1798 cuando Carlos IV obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar los bienes de los jesuitas y de obras pías que en conjunta venían a ser una sexta parte de los bienes eclesiásticos. En ella se desamortizaron bienes de la Compañía de Jesús, de hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y de Colegios Mayores universitarios e incluía también bienes no explotados de particulares.
José I [editar]
José I Bonaparte realizó también una pequeña desamortización que no implicó la supresión de la propiedad, sino la confiscación de sus rentas para el avituallamiento y gastos de guerra de las tropas francesas, de forma que se devolvieron en 1814.
Mendizábal [editar]

Juan Álvarez Mendizábal
Durante el Trienio liberal (1820–1823) se llevaron a cabo otras desamortizaciones tan poco ambiciosas como esta e igualmente deshechas tras la caída del régimen liberal. Las realmente importantes fueron, sobre todo, las de Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz.
La de Mendizábal, ministro de la regente María Cristina de Borbón, en 1836, tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia social de España, aunque sus resultados (ya no gestionados por Mendizábal, que cesó como ministro en mayo de 1836, sino por sus sucesores) fueron relativamente pobres.
Como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, estas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios, pero pagables en cambio por las oligarquías muy adineradas, que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños.
Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.
Los terrenos desamortizados por el gobierno fueron únicamente eclesiásticos, principalmente aquellos que habían caído en desuso. A pesar de que expropiaron gran parte de las propiedades de la Iglesia, ésta no recibió ninguna compensación a cambio. Por esto la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.
Espartero [editar]

Retrato de Baldomero Espartero, por el pintor español Antonio María Esquivel.
El 2 de septiembre de 1841 el recién nombrado regente, Baldomero Espartero, impuso la desamortización de bienes del clero secular. Esta ley durará escasamente tres años y al hundirse el partido progresista la ley fue derogada.
En 1845, durante la Década Moderada, el Gobierno intentó restablecer las relaciones con la Iglesia, lo que lleva a la firma del Concordato de 1851.
Madoz [editar]
Durante el segundo gobierno de Espartero, su ministro de Hacienda, Pascual Madoz, realiza una nueva desamortización (1855) que fue ejecutada con mayor control que la de Mendizábal. El jueves 3 de mayo de 1855 se publicaba en La Gaceta de Madrid y el 31 la Instrucción para realizarla.
Se declaraban en venta todas las propiedades del Estado, del clero, de las Órdenes Militares (Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa y San Juan de Jerusalén), cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, de los propios y los comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública, con las excepciones de las Escuelas Pias y los hospitalarios de San Juán de Dios, dedicados a la enseñanza y atención médica respectivamente puesto que reducían el gasto del Estado en estos ámbitos. Igualmente se permitía la desamortización de los censos pertenecientes a las mismas organizaciones.
Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores, sin embargo los historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal. Su importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española.
Después de haber sido motivo de enfrentamiento entre conservadores y liberales, ahora todos los partidos políticos reconocen la necesidad de acabar con las manos muertas para alcanzar un mayor desarrollo económico del país. Se suspendió la aplicación de la ley el 14 de octubre de 1856, reanudándose de nuevo dos años después, el 2 de octubre de 1858, siendo presidente del Consejo de Ministros O'Donnell, no cesando las ventas hasta fin de siglo, continuando a pesar de los diferentes cambios de gobierno.
En 1867 se habían vendido en total 198.523 fincas rústicas y 27.442 urbanas. El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la desamortización de Mendizábal. Este dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del presupuesto del Estado, amortización de Deuda pública y obras publicas, reservándose 30 millones de reales anuales para la reedificación y reparación de las iglesias de España.
Tradicionalmente se le ha llamado al periodo de que tratamos desamortización civil, nombre inexacto, pues si bien es cierto que se subastaron gran número de fincas que habían sido propiedad comunal de los pueblos, lo cual constituía una novedad, también se vendieron muchos bienes hasta entonces pertenecientes a la iglesia, sobre todo las que estaban en posesión del clero secular.
En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. El Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización de los bienes de los pueblos y con ello la desamortización de Madoz.
Consecuencias [editar]
Sociales [editar]
Si generalizáramos y dividiéramos España en una zona sur con predominio del latifundismo y una franja norte en la cual existe una mayoría de explotaciones rurales medias y pequeñas, podríamos concluir de acuerdo con los trabajos de Richard Herr que el resultado de la desamortización será concentrar la propiedad en cada región en proporción al grado existente previamente, por lo tanto no se produjo un cambio radical en la estructura de la propiedad.
Las parcelas pequeñas que se subastaron fueron compradas por los habitantes de localidades próximas, mientras que las de mayor tamaño, las adquirieron personas más ricas que vivían generalmente en ciudades a mayor distancia de la propiedad.
En la zona meridional de predominio latifundista, no existían pequeños agricultores que tuvieran recursos económicos suficientes para pujar en las subastas de grandes propiedades, con lo cual se reforzó el latifundismo. Sin embargo esto no ocurrió en términos generales en la franja norte del país.
Otra cuestión diferente es la privatización de los bienes comunales que pertenecían a los municipios. Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural que se dirige a zonas industrializadas del país o a América. Este fenómeno migratorio alcanza niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del XX.
Económicas [editar]
Saneamiento de la Hacienda Pública que ingresó más de 14.000 millones de reales procedentes de las subastas.
Se produjo un aumento de la superficie cultivada y de la productividad agrícola, asimismo se mejoraron y especializaron los cultivos gracias a nuevas inversiones de los propietarios. En Andalucía, por ejemplo, se extendió considerablemente el olivar y la vid. Todo ello sin embargo influyó negativamente en el aumento de la deforestación.
La mayoría de los pueblos sufrieron un revés económico que afectó negativamente a la economía de subsistencia, pues las tierras comunales que eran utilizadas fundamentalmente para pastos, pasaron a manos privadas.
Culturales [editar]
Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades. Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico (iglesias, monasterios) con la subsecuente ruina de los mismos, pero otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.
Políticas e ideológicas [editar]
Uno de los objetivos de la desamortización fue permitir la consolidación del régimen liberal y que todos aquellos que compraran tierras formaran una nueva clase de pequeños y medianos propietarios adictos al régimen. Sin embargo no se consiguió este objetivo, al adquirir la mayor parte de las tierras desamortizadas, particularmente en el sur de España, los grandes propietarios, como ya se ha comentado.
Otras [editar]
En el aspecto urbanístico, la desamortización de los conventos contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos.
Los antiguos conventos se transformaron en edificios públicos (museos, hospitales, oficinas, cuarteles), otros se derribaron para ensanches y nuevas calles y plazas, algunos se convirtieron en parroquias o tras subasta pasaron a manos privadas.


GUERRA DE CUBAA

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